Cada año, parte de los Estados Unidos –Texas, Oklahoma, Kansas, Nebraska, Kentucky, Iowa, Minnesota y las Dakota– es azotada por uno de los fenómenos meteorológicos más impresionantes de la Tierra: los tornados.
De hecho, esta zona es conocida como Tornado Alley, “el callejón de los tornados”, y suele atraer a investigadores, fotógrafos, periodistas y hasta visitantes que practican el turismo extremo.
Cazadores de tornados: ¿tan PELIGROSO es?
Los tornados son grandes remolinos que se desprenden de nubes tormentosas –cúmulos o cúmulos nimbos– y que al tocar tierra desarrollan vientos entre los 65 y los 180 kilómetros por hora. Suelen causar grandes daños humanos y materiales a su paso aunque son eventos de corta duración, de unos cuantos segundos a poco más de una hora.
Desde hace unos años se aplica el nombre de “cazadores de tornados” a investigadores, fotógrafos y, más recientemente, productores de televisión que se dedican a observar y estudiar su desarrollo, generalmente con el objeto de poder mejorar los sistemas de predicción de tornados, para poder avisar con mayor anticipación y reducir así la pérdida de vidas.
La observación de tornados requiere de precaución, de mantener una distancia que permita retirarse a tiempo y el no quitar la vista del torbellino, pues éste puede cambiar bruscamente de dirección y desplazarse a gran velocidad. Y aunque todos los años los tornados dejan algunas muertes a su paso, es muy raro que alguna de ellas sea la de un cazador de tornados. Excepto por un caso.
En mayo de 2013 Timothy Samaras, de 55 años, su hijo Paul, de 24, y Carl Young, de 45, fueron atrapados por un tornado en El Reno, Oklahoma, y no sobrevivieron. Los tres eran cazadores de tornados y Tim Samaras dirigía una organización, TWISTEX (Tactical Weather Instrumented Sampling in Tornadoes Experiment), patrocinada en gran medida por National Geographic, que intentaba comprender mejor el comportamiento de los tornados a través de la colocación, al paso de éstos, de instrumentos diseñados por el mismo Samaras.
Su amigo, el meteorólogo Mike Nelson, declaró:
“Conocí a Tim por más de 20 años, fue el más brillante y el más precavido de los investigadores del clima. Tim no era un cowboy, era sumamente cuidadoso cuando estudiaba estas peligrosas tormentas”.
El tornado los sorprendió en una carretera, su cuerpo estaba dentro del automóvil, que quedó casi completamente destruido, y los cuerpos de sus dos acompañantes se encontraron a media milla de distancia.
Ese día, el 30 de mayo, los tornados en Oklahoma causaron la muerte de 18 personas, seis niños y doce adultos.
Con su trabajo, Samaras contribuyó a un mayor conocimiento de la conducta de los tornados, y lamentablemente terminó convirtiéndose en una de sus víctimas. Es así como generalmente se logran avances en cualquier rama científica, con el sacrificio de quienes se dedican a ella.
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