En Supercurioso ya te hablamos en su momento del seppuku, el suicidio ritual que practicaban tanto los samuráis como los daimyo o antiguos señores feudales japoneses. En una época y en una cultura donde se le ofrecía más valor al honor que a la propia vida, el suicidio era un acto de valía y honradez, en caso de que uno cometiera un acto impropio o cayera derrotado en el campo de batalla.
Es un tema que visto desde el punto de vista cultural y antropológico, siempre nos fascina. Ahora bien, algo que no es tan conocido y que siempre ha quedado un poco detrás del telón de la práctica masculina del harakiri, es que también las mujeres se veían obligadas a poner fin a su vida si sus esposos caían. Y no sólo el esposo, también las madres iniciaban su propio suicidio ritual si tenían un hijo samurai que caía en deshonor y cometía seppuku.
Este tipo de suicidio japonés femenino tiene un nombre: Jigai. Te hablamos sobre él en nuestro espacio.
Jigai, el ritual femenino de suicidio japonés
Si te interesa el tema de la cultura japonesa, y en concreto, la figura del samurái y sus esposas, te recomendamos cualquiera de los libros e interesantes trabajos del historiador Stephen Turnbill. Según este experto, la mayoría de las mujeres de los samuráis acaban cometiendo Jigai.
Un hecho muy trágico y documentado fue por ejemplo el sucedido el 25 de abril de 1185 en la batalla de Yahagigawa. Tras la derrota de Taira Tomomori, y de establecer de nuevo el poder de Minamoto, se suicidaron 47 Ronin, y tras ellos, sus esposas. Estos episodios se repitieron a lo largo de la historia y a lo largo de las distintas eras que marcan los tiempos en Japón.
El Jigai era pues el equivalente femenino al seppuku. Cuando los esposos fallecían, la mujer debía seguirle para conferir dignidad y honor a su esposo, o a su hijo. No había opción alguna a negarse o a escapar. De hecho, era algo muy interiorizado en la mente de la esposa o madre de un samurái. Ahora bien, el Jigai encuadra unos trazos propios que lo diferencian del seppuku. Serían los siguientes:
- El jigai debe llevarse a cabo en solitario y ante la puerta de entrada del hogar. De ese modo, la mujer seguirá recibiendo a toda persona que cruce el umbral de su hogar aún después de su muerte.
- La mujer del samurái se quitará la vida con un pequeño cuchillo seccionándose de forma rápida la arteria carótida del cuello.
- La muerte debe ser rápida. Una vez fallecía el esposo, la mujer debía darse prisa antes de ser apresada o capturada para ser violada, en caso de que el esposo cayera en el campo de batalla. El modo más efectivo era, pues, un corte en el cuello.
- La mujer se sentaba y ataba sus piernas con una cuerda, para que al desfallecer su posición no perdiera la gracia y el equilibrio. Debía ofrecer majestad y elegancia con su postura.
Sabemos que resulta muy trágico desde nuestra propia visión: la mujer debía quitarse la vida por algo que ella no había provocado, un ritual de gran dureza a la vez que de fuerza de voluntad que nos sorprende enormemente. No obstante, hemos de decirte que era común que una muchacha recurriera al Jigai, si no era aceptada por el hombre que amaba. Era algo que se llevaba a cabo en la intimidad y que muchas familias intentaban ocultar.
A día de hoy el índice de suicidios en Japón tiene unas cifras muy elevadas, pero la Jigai ya no es una práctica común. En la actualidad, se prefiere el ahorcamiento, saltar al vacío o incluso la asfixia con los propios gases del coche en un espacio cerrado. Hechos tristes que van de la mano con la modernidad, como por ejemplo, el famoso caso de una muchacha de la que te hablamos en Supercurioso: Kyoko Matsumoto, la chica que se quitó la vida por amor.