En agosto de 2012 la sonda espacial de la NASA, Voyager I, se convirtió en el primer objeto hecho por el ser humano en abandonar el campo gravitacional del sol y entrar en el espacio interestelar. Esta nave, que despegó de la Tierra en 1977, se encuentra actualmente a más de 20 millones de kilómetros de nuestro planeta y continúa enviando información. Pero, ¿se trata realmente de un objeto interestelar? En 2025 todos sus equipos dejarán de funcionar y quedará como un objeto inerte a la deriva en el espacio profundo, con muy pocas probabilidades de alcanzar otras estrellas.
Y es que la primera propuesta viable para un viaje interestelar fue realizada por el físico Stephen Hawking.
Stephen Hawking hizo la propuesta de un verdadero viaje interestelar
El querido y muy conocido físico Stephen Hawking anunció en un evento realizado en Nueva York el primer proyecto viable para enviar una sonda espacial a la estrella más cercana a nuestro sistema solar, Alfa Centauri, a una distancia de apenas 4,37 años luz.
Con la tecnología actual un viaje a esta estrella tardaría 30.000 años, y aquí es donde la propuesta de Hawking, con el respaldo del multimillonario ruso Yuri Milner y del padre de Facebook, Mark Zuckerberg, se hace sorprendente y novedosa: se planteó lanzar una minisonda espacial del tamaño de una tarjeta telefónica, diseñada con materiales ultraligeros y que podría alcanzar hasta un 20% de la velocidad de la luz, con lo que podría alcanzar Alfa Centauri en unos 20 años.
El proyecto fue bautizado como Starshot (“Disparo estelar”) y retoma un viejo proyecto, el de la vela espacial impulsada por un láser, pero llevada a un tamaño de microchip y nanotecnología. Se fabricaría con un material ultraligero y delgado llamado lightsail, que teóricamente puede soportar grandes aceleraciones y estaría equipado con cámaras, sistemas de comunicación y microsensores, y toda la misión tendría un costo aproximado de 100 millones de dólares.
Esta misión sería parte de un proyecto más amplio para contactar y descubrir vida extraterrestre, y de ser un éxito, cosa que sabríamos en unos 25 años después del lanzamiento de la nave, daría pie para el envío de numerosas minisondas en dirección a distintas estrellas de la galaxia. Sin embargo, el mismo Hawking no era muy optimista en torno a la posibilidad de establecer contacto con vida inteligente extraterrestre, al menos en un futuro inmediato, aunque en la rueda de prensa reafirmó que se trata de “un esfuerzo que merece la pena”. Y pensaba que lo más seguro era que para el momento en que comenzasen a llegar los primeros datos, él ya no estuviera con nosotros (y así fue), por lo que desgraciadamente no podrá ver con sus propios ojos los resultados de este ambicioso viaje.
En el film Guía del viajero intergaláctico (2005, en España Guía del autoestopista intergaláctico) se cuenta, si te quedas a leer los créditos, que una civilización al otro lado de la galaxia se sintió ofendida por un comentario hecho en la Tierra y en consecuencia envía una flota que al llegar a nuestro planeta es devorada por un perro, o aplastada por un zapato, pues eran infinitamente pequeños.
Esperemos que no suceda lo mismo con nuestra minúscula pionera, en este nuestro maravilloso primer viaje interestelar. Si te causan curiosidad estos temas, te recomendamos el artículo ¿Estamos solos en el Universo? La respuesta da miedo…