Si por casualidad estás viajando por el suroeste de ese vasto territorio que es China te encontrarás con un paisaje singular, de una belleza asombrosa y con una geología realmente única. Te hablamos, claro, del lugar en donde crece un bosque extraño: el bosque de las diez mil colinas.
El bosque de las diez mil colinas
En una rica zona agrícola, en un área de profundos barrancos cuyas paredes se visten de espectaculares cascadas, te vas a encontrar con un paisaje como salido de la imaginación más calenturienta, toda fantasía, rodeado de una bruma que acrecienta la sensación de estar en un escenario fuera del mundo. Se trata de una pequeña aldea, aislada de lo que conocemos como civilización, enclavada en un valle rodeado de colinas –literalmente diez mil colinas–, cuya altura varía entre los 700 y los 2.000 metros sobre el nivel del mar.
Es Wanfeng, conocido como el bosque de las diez mil colinas, en la aldea de Xiawutun, una población que parece haberse estacionado en el tiempo; situado al sudoeste de la provincia de Guizhou –la misma provincia donde está Moutai, la ciudad-fábrica del licor homónimo–, es hogar de las etnias minoritarias Miao y Buyi.
Tradicionalmente agrícola, Xiawutun fue desde siempre el granero de Xingyi, la ciudad bajo cuya jurisdicción se maneja, debido a sus condiciones naturales que favorecen la agricultura. Hasta el año 2002 vivían exclusivamente de lo que sacaban de la tierra, pero las necesidades económicas los obligaron a elegir: o seguían trabajando la tierra duramente o cambiaban el rumbo. Decidieron cambiar el rumbo y, gracias al espectacular entorno y al bosque de las diez mil colinas, Xiawutun se transformó en uno de los pueblos más exitosos de China donde se practica el turismo rural.
Es el parque nacional geológico de Xingyi, nombrado así en 2004, que hace 364 millones de años era un inmenso mar. Luego, 84 millones de años después, subió el bloque terrestre y aparecieron las montañas, que con el calor del sol y el desgaste de las lluvias, el efecto del dióxido de carbono y el ácido orgánico erosionaron la caliza originaria, permitiendo que se formaran grietas, pequeños huecos, ríos subterráneos, tierras bajas, fuentes termales, lagos, grutas cársticas y el bosque de las diez mil colinas. Su superficie es la más grande de China, y los entendidos lo llaman “museo de tierra de estalagmitas”.
Sorprende el paisaje cuando llegas, porque este bosque forma extrañas y caprichosas figuras según la altura y el aspecto de sus colinas: unas parecen dragones que bailan, otras espadas erguidas, las de más allá semejan monjes sentados en actitud contemplativa, aquellas otras parecen un ejército…
Ya el célebre geógrafo de la dinastía Ming, Xu Xiake, había descrito este maravilloso lugar de la siguiente manera:
“Un inmenso bosque de colinas que se extienden sobre una longitud de varios miles de kilómetros. Hay muchas colinas en el mundo, pero sólo las de aquí forman un bosque”.
Las etnias que allí tienen su hogar decidieron mostrar su cultura y su entorno, sus hábitos populares y su bosque extraordinario, y así se enfrentan a miles de turistas que buscan religarse con sus raíces, o simplemente admirar y disfrutar el paisaje y la paz que exudan las colinas, el río tranquilo, el antiquísimo puente de piedra y los campos verdes donde todavía se siembra.
Un sitio al que sin duda hay que visitar antes de morir. Como la Ciudad Prohibida, que también te invitamos a leer en nuestra página.