La emigración por motivos económicos está a la orden del día, pero no es algo nuevo. Hace siglos que la gente se desplaza a otras regiones y países para ganarse la vida. En muchas ocasiones hombres y mujeres marchan solos, dejando atrás a sus familias que esperan su regreso o poder reunirse algún día. A veces, fallecen en esos lugares, conoce la historia de un barco, el SS Ventnor, el ataúd flotante que naufragó camino a China.
El SS Ventnor, el ataúd flotante que naufragó camino a China
Según la tradición china, los espíritus de más de 500 hombres de esa nacionalidad vagan por las costas de Taranaki, en Nueva Zelanda, no podrán descansar y vivirán como fantasmas hasta que sean enterrados y honrados por sus sucesores. Sus cuerpos, dentro de sus ataúdes, se hundieron con el SS Ventnor el 28 de octubre de 1902. ¿Quiénes eran esos hombres?
En 1861 se desencadenó en Otago (Nueva Zelanda) una «fiebre del oro» acudieron miles de mineros de origen europeo a intentar enriquecerse en las minas de ese material. Pasados los primeros años y prácticamente agotados los yacimientos, estos primeros mineros los abandonaron. Fue entonces cuando el Gobierno neozelandés mandó una invitación a los hombres de la región china de Guangdong, que fueran mineros, para trabajar en esos yacimientos. Debido a la mala situación que se vivía en ese país, fueron miles los que respondieron y se trasladaron a Nueva Zelanda. Debido a ese gran número, años después el propio gobierno penalizaría con tasas muy elevadas la llegada de inmigrantes chinos.
Estos trabajadores se unieron en una asociación para preservar sus costumbres y tradiciones dentro de lo posible, la «Cheong Sing Tong». Sus miembros pusieron sus recursos en común para poder repatriar los cadáveres de los mineros muertos. Se fletaron varios barcos, el último de ellos fue el SS Ventnor.
En el SS Ventnor se cargaron 499 ataúdes forrados de plomo. Junto a ellos viajaban 6 ancianos mineros encargados de su cuidado. El barco partió rumbo a China en octubre de 1902. La mala suerte quiso que chocase con unas rocas, se abriera una vía de agua y durante casi 24 horas navegara intentando llegar a Auckland para ser reparado. Finalmente el capitán ordenó abandonar la nave. Él, varios tripulantes y los ancianos, no tuvieron tiempo de salvarse y perecieron al hundirse la nave con lo 499 ataúdes en su bodega. Algunos cuerpos que llegaron a la costa fueron enterrados por los maoríes.
Desde entonces, la historia del SS Ventnor fue convirtiéndose en leyenda hasta que, en 2014, un equipo que preparaba un documental encontró los restos del navío. El gobierno neozelandés ha declarado la zona «protegida», respetándola como si de la tumba de los mineros se tratase, como un bien espiritual y cultural.
Si te ha interesado este artículo, quizá quieras leer la historia del violín que sonó durante el hundimiento del Titánic.