En 2003 se estrenó una película, protagonizada por el malogrado Heath Ledger, titulada «El comedor de pecados». Dirigida por Brian Helgeland narraba la historia de un joven sacerdote que volvía a Roma para investigar la muerte de su maestro. Las sospechas recaían sobre una desconocida secta en cuyo centro estaba la figura del «comedor de pecados», un ser que absorbía los pecados de los difuntos para conseguir que fueran absueltos. El personaje era realmente inquietante. La idea de esa figura al parecer no era nueva. ¿Existieron realmente los Comepecados?
¿Existieron realmente los Comepecados?
La respuesta es afirmativa: sí existieron realmente los comepecados. Era una figura basada en la superstición que realizaba un ritual preciso, para asumir los pecados de otra persona, en algunas zonas de Inglaterra, Gales y Escocia hasta principios del siglo XX.
El devorador de pecados o comepecados era una persona, generalmente un mendigo o alguien necesitado, que a través de la comida y bebida, que le era entregada tras un ritual, tomaba los pecados de alguien a punto de morir o ya difunto. Tras esta ingesta, el muerto quedaba libre de pecado y su alma podía descansar en paz.
El ritual que se seguía era el siguiente: el comepecados era llevado hasta el lecho del difunto donde un familiar o allegado habría colocado un pan encima del pecho del muerto. A la vez se pasaba varias veces una jarra llena de cerveza sobre el cadáver. Se entregaba la hogaza y la jarra al comepecados tras unas oraciones rituales y éste los consumía. De esta manera los pecados del muerto pasaban a este curioso personaje que recibía una compensación económica por ello. Según recogen varios escritos del siglo XIX y principios del XX, el comepecados era evitado como si tuviera una enfermedad contagiosa. La gente de los pueblos no quería tener tratos con ellos, vivían alejados de las poblaciones y se les consideraba poco menos que brujos y gente impía. Únicamente se trataba con ellos cuando eran necesitados por un fallecimiento.
Esta curiosa costumbre tenía similitudes en otros lugares, como en Baviera, en donde se colocaba un pastel sobre el cadáver que era consumido por el familiar más próximo del difunto. En los Balcanes se confeccionaba una figurita de pan que simulaba ser el fallecido y éste era comido por los familiares sobrevivientes. También desde Holanda emigró un ritual similar a América: se horneaban pastelitos con las iniciales del difunto que eran consumidos por todos los asistentes al sepelio. Todas estas antiguas costumbres parecen hundir sus raíces en la siniestra figura del comepecados.
Los historiadores consideran al comepecados un personaje que pertenece al folclore religioso de carácter mágico.
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