Monet veía el mundo “con sus propios ojos”, tal y como reza un célebre consejo artístico, que sirve para cualquiera de las artes y se refiere a la búsqueda de la propia voz, de la propia mirada, del propio estilo.
Lo que Monet veía era bastante extraordinario, ya que suele ser una habilidad restringida sólo a los animales.
Monet veía algo que la mayoría no puede ver, pero los animales sí
Hagamos un poco de historia. Claude Monet fue un pintor francés nacido en 1840, que fue uno de los creadores del impresionismo en pintura, nombre derivado de una de sus obras, Impresión, sol naciente, de 1872. Murió en 1926, pero hacia el final de su vida sufrió de cataratas, lo que ha llevado a algunos expertos a “contextualizar” lo que Monet veía, y lo que pudo haber significado dentro de su proceso artístico.
En 1923, a los 82 años, tuvo una operación donde le retiraron las cataratas del ojo derecho, lo cual le produjo una condición llamada afaquia, que consiste en la ausencia de cristalino. La operación fue un éxito –aunque, por supuesto, en aquella época no había lentillas intraoculares con las que sustituir al cristalino ausente– y, a pesar de que usaba gruesos anteojos, su visión se transformó.
Aparentemente, la operación tuvo un efecto totalmente inesperado. Las pinturas posteriores a la cirugía contienen una profundización en la paleta de los azules, color que aunque utilizaba muchísimo, tuvo sin embargo un cambio sutil que ha dado que hablar a los expertos. Claro que se pueden argumentar muchas cosas, desde una intención artística específica hasta el hecho de que probablemente no veía bien.
La cuestión es que un ojo humano típico y normal responde al espectro electromagnético de luz en una longitud de onda de entre 390 a 750 nanómetros, aunque haya quienes puedan percibirlas desde 380 a 780 nm. Nuestra retina, a través de los conos y bastones –las únicas células que son sensibles a la luz directamente–, sería capaz de detectar longitudes de onda por debajo de los 290 nm, pero el cristalino bloquea todo lo que esté bajo 390. Cuando no hay cristalino, es posible que esos rayos no sigan bloqueados, y si la retina es suficientemente sensible será potencialmente capaz de percibir y ver el espectro ultravioleta.
En la naturaleza, las abejas, las aves y otros animales tienen pigmentos adicionales en los ojos que les permite tener visión UV, determinante tanto en su evolución como en su supervivencia. Muchas flores tienen colores ultravioleta que atraen a las abejas polinizadoras.
Lo que Monet veía luego de la operación de cataratas le permitió percibir su realidad de otra manera; siguió pintando flores, una de sus cosas preferidas, pero las pintaba diferentes. Si ves un nenúfar lo verás blanco, pero Monet comenzó a pintarlo en un tono blanco azulado, quizás porque podía ver algo de la luz UV rebotando en los pétalos.
Claro que todo esto entra en el terreno especulativo, porque Monet está muerto y resulta imposible descubrir si es cierto o no que tenía visión UV. Pero podría ser verdad, aunque eso nada influiría en sus habilidades y destrezas como pintor. Te dejamos un interesante artículo del profesor de oftalmología de la Universidad de Stanford Michael Marmor, publicado en The Archives of Ophtalmology, donde sostiene que sería posible que los cambios de estilo tanto de Monet como de Edgar Degas se debieron no tanto a una voluntad evolutiva hacia el arte abstracto o expresionista, sino más bien a los males oculares que sufrieron con la edad.
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