Quizá algunos recordéis el cómic de Asterix y Cleopatra. En él, Obelix perdía pie tratando de obtener una buena vista desde lo alto la Esfinge de Gizeh, y le rompía la nariz. Obviamente eso jamás ocurrió, pero a raíz de esas viñetas, seguro que muchos os habréis preguntado: ¿Qué le ocurrió a la nariz de la Esfinge? ¡Veamos que dicen los historiadores!
¿Qué le ocurrió a la nariz de la Esfinge?
La Esfinge de Gizeh o Giza es una estatua de piedra caliza que representa una esfinge; una criatura mítica que tiene el cuerpo de león y una cabeza humana. Mide 73 metros de largo y más de 20 m. de altura. Se cree que el faraón Kefrén la colocó frente a la pirámide como guardián. A la famosa Esfinge le falta la nariz.
¿Qué le ocurrió al apéndice nasal de la famosa estatua? Durante mucho tiempo, la creencia popular fue que la nariz desapareció debido a un cañonazo de las tropas napoleónicas. Se pensaba que los soldados habían hecho prácticas de tiro y uno de ellos acertó, volándole la nariz. Esto es una leyenda urbana y existen pruebas. En 1737, un danés llamado Frederic Louis Norden tomó apuntes de la Esfinge y los publicó en 1755, muchos años antes de la época napoleónica y ya le faltaba la nariz.
Descartada la hipótesis napoleónica, los expertos se remiten a los escritos del historiador egipcio del siglo XV al-Maqrizi. Éste relata que el culpable fue un musulmán fanático sufí, llamado Mohammed al-Dahr Sa’im. En 1378 este personaje atacó la Esfinge con una barra de hierro.
Debemos tener en cuenta que en ese momento la arena del desierto había cubierto el cuerpo de la Esfinge y únicamente sobresalía la cabeza. Estaba furioso porque los campesinos egipcios oraban y quemaban incienso a los pies de la Esfinge como si fuera un dios, al que denominaban Abul-Hol. Esperaban que les ayudara con sus cosechas, amenazadas por las arenas del desierto.
El fanático rompió algunos de los bloques que formaban las orejas y haciendo palanca consiguió que le saltara la nariz.
Este acto vandálico, sin embargo, tuvo sus consecuencias. Los campesinos enfurecieron y apresaron al trastornado sufí, al que lincharon acto seguido. El cadáver fue enterrado a los pies de la Esfinge como si se tratara de una ofrenda a Abul-Hol. El cronista al-Maqrizi informó en sus escritos de que el ataque a la Esfinge fue seguido de varios años de malas cosechas y de un avance imparable de las arenas del desierto.
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