Las historias de dobles, de alguien “igualito a ti” que anda por ahí haciendo de las suyas son bastante frecuentes, y hay un término alemán que se ha popularizado para referirse a esta clase de eventos, el de los doppelgangers. En este artículo te hablaremos de testimonios sobre doppelgangers de personajes históricos que tal vez te sorprenderán.
Doppelgangers de personajes históricos, ¡se encontraron cara a cara!
La figura del doppelganger (doble, en alemán) tiene una larga tradición en la cultura occidental, que podría remontarse a la escena de la Ilíada, de Homero, hace casi 3.000 años, en la que se narra el duelo entre Aquiles y Héctor, y en el que este último lleva la armadura de Aquiles (Aquiles sabía que al matar a Héctor apresuraría su propia muerte). Desde entonces la posibilidad de encontrarte contigo mismo ha estado presente en la historia de la literatura, pero también se ha filtrado a la historia real, como en algunos casos de doppelgangers de personajes históricos que se encontraron cara a cara, y en los que este encuentro fue presagio de una muerte próxima.
Nuestro primer ejemplo de personajes que se encuentran con su doble se remonta a la Inglaterra isabelina, y fue protagonizado por la reina Elizabeth I (1533-1603). La reina, que se distinguía por su sentido práctico y actitud realista, ya en sus últimos días contó a miembros de la corte que una noche había entrado a su habitación y se encontró con ella misma, acostada en su cama y en posición de reposo, como si estuviese muerta. Podría haber sido la alucinación de una anciana, pero lo cierto es que murió pocos días después.
Elizabeth no fue la única jefa de estado en toparse en mala hora con su doble; fue también el caso de Catalina la Grande (1729-1796), emperatriz de Rusia, país que gobernó por más de tres décadas. Se cuenta que una noche se encontraba en su alcoba, donde fueron a avisarle que habían visto entrar a una persona desconocida al salón del trono; Catalina decidió ver en persona de quién se trataba y se hizo acompañar por una escolta hasta el salón, donde descubrió que era ella misma quien se encontraba sentada en el trono. Sin dudar un momento, Catalina ordenó disparar a su doble, que desapareció, y pocos días después murió víctima de una apoplejía.
Otro jefe de estado que se encontró cara a cara con su doppelganger, fue el presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln (1809-1865). La anécdota, contada por él mismo, es que la noche de su primera elección, señala que se tomó un momento para descansar en su habitación, cuando notó que el espejo reflejaba su rostro, dos veces. Otro Lincoln parecía encontrarse tras él, pero al levantarse la silueta desapareció. Al sentarse de nuevo en el sofá la imagen reapareció y luego volvió a borrarse. Lincoln lo consideró de buen augurio, como una señal de que ganaría la elección y además sería reelegido. Su esposa estuvo de acuerdo, aunque también le vio un sesgo trágico a la aparición, y es que también podía ser señal de que no terminaría su segundo mandato, como en efecto sucedió.
No todos los doppelgangers de personajes históricos tienen que ver con la política, hay al menos dos casos referidos al mundo literario. El primero corresponde al poeta y escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832), que se encontró al menos una vez consigo mismo, aunque le tomó tiempo darse cuenta: la primera vez venía cabalgando después de haber estado con una amiga, cuando se cruzó con otro jinete que apenas pudo observar por el rabillo del ojo, y que resultó idéntico a él, aunque llevara ropa distinta; ocho años después iba cabalgando por el mismo sendero, pero en dirección opuesta, y fue entonces que tomó conciencia de que llevaba la misma ropa que su doppelganger de 8 años atrás.
Otro caso famoso, y algo diferente a los anteriores, fue el del poeta Percy Bisshe Shelley (1792-1822), hoy en día más conocido por haber sido el compañero de Mary Shelley (la autora de Frankestein), que por su magnífica obra poética. Shelley se encontró con su doppelganger en más de una oportunidad, y uno de ellos intentó abordarlo en una ocasión. Para mayor extrañeza, en uno de los encuentros Shelley contó con un testigo, su amiga Jane Williams, que vio pasar al doppelganger desde la ventana de su casa poco antes de encontrarse con el poeta. Poco después moriría ahogado en un accidente de navegación.
Como ves, la experiencia de toparse con un doppelganger no es tan infrecuente y es probable que tú o alguien de tu entorno haya tenido una experiencia similar, y nadie lo haya creído.
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