A primera noticia, parece un color bastante extraño para un palacio de gobierno, ¿no crees? Invita a preguntarse el por qué se escogió y por qué se ha mantenido a lo largo de las décadas. Ya vimos en el artículo «Cuando la Casa Blanca estuvo a punto de ser pintada de negro» la importancia del color en un edificio relevante. Hoy hablaremos de La Casa Rosada de Argentina.
Lo cierto es que La Casa Rosada no siempre fue de este color. La primera versión del edificio que podemos conocer hoy fue construida sobre los restos de una fortaleza española, el Castillo de San Miguel, el cual recibió éste nombre tras su última remodelación en 1720, y que fue sede de la gobernación y luego del Virreinato de la Plata. También tras la independencia argentina serviría, durante corto tiempo, cómo sede del gobierno del país. Finalmente fue demolido en 1850 y en su lugar se edificó la aduana nueva, que poco más tarde pasaría a ser la sede «definitiva» del gobierno independiente. Pero vayamos «al grano»: fue bajo la presidencia de Faustino Sarmiento (1868-74) que la casa se pintaría por primera vez de color rosado.
Posteriormente la sede del gobierno se ampliaría, se fusionaría con el edificio de correos, sería parcialmente destruida y vuelta a reconstruir. Pero a partir de entonces siempre sería pintada del mismo color.
Lo que dice la leyenda
Según la tradición popular, el color de la casa no es accidental sino que tiene un profundo sentido simbólico. Se dice que durante las cruentas guerras civiles argentinas de la primera mitad del siglo XIX, protagonizadas por los bandos unitario y federal, estos dos partidos habrían utilizado, para identificarse, los colores, blanco y rojo, respectivamente. Sarmiento habría ordenado pintar la casa de rosado, ya que éste color es la mezcla de los anteriores, y así simbolizar la paz duradera y la unión de los partidos bajo un mismo orden democrático.
La técnica y los escépticos del mito
El método utilizado originalmente para conseguir el color rosado fue la mezcla de cal con sangre bovina. La técnica parece ser que era de uso frecuente en la época y encontraba su justificación en las propiedades especiales que la sangre proporcionaba a la mezcla. El uso de este aditivo proporciona propiedades hidrófugas, es decir, que evita las humedades y las filtraciones. Además, también posee propiedades fijadoras y augmenta la resistencia.
Por esta razón algunas personas desmienten el mito de unión nacional, pues consideran que fue un caso común y corriente de uso de esta técnica, habitual en aquel tiempo. También se argumenta que el color de los unionistas no fue el blanco sino el azul celeste. En cualquier caso la leyenda está arraigada y también parece tener sentido.
En la actualidad ya no se utiliza la técnica original para conseguir el color de La Casa Rosada, sino que se usa pintura del color deseado. Esto también ha traído sus polémicas durante las últimos años. Puesto que el tono de la pintura ha sufrido algunas variaciones. Específicamente, un remodelación de la fachada principal en 1998, que intentó acercarse más al color original, recibió duras críticas por parte de expertos, que consideraron el color como demasiado intenso. Para más colmo, sólo se financió la recuperación de la fachada principal, y la otras tres quedaron años en su paliducho color anterior. Finalmente la casa se acabó de restaurar y se repintó por completo de nuevo a partir de 2006, en el marco de una recuperación integral de la misma.
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