El ascenso al poder de Adolf Hitler en Alemania y su posterior conquista de gran parte de Europa significaron un dramático y trágico giro de eventos en las vidas de muchos a quienes el nazismo consideraba indignos bajo pretextos irracionales, pero sus acciones no fueron aplaudidas por todos, sino que de hecho surgieron varios grupos que se oponían ferozmente a la agenda nazi y que llevaron a cabo operaciones en las que, arriesgando su vida, buscaban socavar el avance de Hitler. Entre ellas destaca la Resistencia Holandesa, la cual activamente tuvo un rol importante en desafiar el régimen militar alemán en la Holanda ocupada. Descubre qué lograron estos valientes.
La resistencia holandesa que se enfrentó a Hitler
Durante cinco largos años, un grupo de valientes holandeses se encargaron de enfrentarse al régimen nazi que se había instalado en el Reino de los Países Bajos cumpliendo un rol crucial en lo que fue básicamente un juego de ajedrez a vida o muerte.
La Resistencia Holandesa fue esencialmente un movimiento no violento cuyo principal objetivo era recolectar información de inteligencia, llevar a cabo actos de sabotaje y brindar refugio a los aviadores aliados caídos, que debían esconderse de las tropas alemanas.
A diferencia de los demás países europeos involucrados en la Segunda Guerra Mundial, en Holanda no se había peleado ningún conflicto bélico desde hacía 125 años, por lo que el pueblo holandés estaba muy mal preparado para enfrentarse con una fuerza tan poderosa como la alemana de esa época.
El equipamiento militar de Holanda era obsoleto e insuficiente por lo que fue rápidamente derrotado y la familia real holandesa debió huir del país, donde además el territorio es plano y no hay donde defender posiciones guerrilleras.
Por esta razón, la única opción disponible para ellos era la resistencia pasiva. Además de los periódicos clandestinos que se comenzaron a publicar, y que le costaron la vida a muchos holandeses, los ciudadanos optaban por realizar pequeños actos de rebelión, como escuchar la radio proveniente de Londres y salir de las salas de cine cuando se proyectaban cortos propagandísticos producidos por los alemanes.
De la misma manera, cuando Hitler nombró a Arthur Seyss-Inquart como Comandante del Reich de la Holanda ocupada y este a su vez prohibió el uso del color naranja, símbolo de este país, los ciudadanos salieron a las calles el día 29 de Junio de 1940 -onomástico del príncipe Bernardo- portando cintas de ese color.
Asimismo, el partido comunista organizó huelgas con las que lograron paralizar el transporte por momentos, como lo hicieron en febrero de 1941.
Pero, más allá de todo esto, a pesar de que no tenían un comando central, los valientes holandeses que se atrevieron a desafiar a Hitler comenzaron a reclutar amigos y familiares a la causa, corriendo el riesgo de ser asesinados o enviados a campos de concentración.
La actividad anti-nazi primaria provino inicialmente de los socialdemócratas y de las ligas juveniles católicas. Los comunistas holandeses comenzaron a resistir activamente después de que los alemanes invadieran la URSS.
Además, los miembros de las fuerzas armadas reales holandesas que no habían escapado a Gran Bretaña y habían evadido con éxito la captura alemana se unieron en secreto y comenzaron a recopilar información. Bajo la dirección del Dr. Johan Stijkel, un abogado de Rotterdam, el mayor general H. D. S. Husselman y el coronel J. Bolton organizaron un grupo de resistencia de jóvenes ciudadanos holandeses. Con la ayuda del experto en radio Cornelius Drupsteen, establecieron un enlace inalámbrico con el Servicio Secreto de Inteligencia Británico (SIS) y comenzaron a transmitir información a los Aliados.
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