Que Cleopatra se bañaba en leche de burra es un concepto que puebla el imaginario colectivo cuando pensamos en la legendaria reina de Egipto. Al parecer durante una época de la historia fue una moda bastante extendida, pero ¿era absurda o tenía beneficios la Leche de Burra? ¿Tenía razón Cleopatra?
Beneficios de la Leche de Burra. ¿Tenía razón Cleopatra?
El médico griego Hipócrates (460-370 a.C.) fue el primero en mencionar los beneficios de la leche de burra. Especificó que era buena para numerosas enfermedades entre las que incluyó los trastornos hepáticos, intoxicaciones, fiebre, hemorragias nasales, enfermedades infecciosas y los dolores articulares. Tras él, Plinio el Viejo (23 – 79 dC) añadió en su «Naturalis Historia» lo beneficiosa que resultaba en afecciones como la fatiga, las arrugas en la cara, las úlceras, los dientes débiles e incluso para trastornos ginecológicos. Con estas recomendaciones no es de extrañar que algunas personalidades históricas confiaran en ella ciegamente.
La leyenda entorno a Cleopatra nos dice que diariamente se bañaba en leche de burra para conservar su belleza y la blancura y elasticidad de su piel. Para llenar una bañera se hubieran necesitado casi 700 burras ya que estos animales dan únicamente entre 1/2 litro y un litro de leche al día. Pero ella no fue la única en confiar en la leche de burra; Popea Sabina esposa de Nerón también la utilizaba para el baño, según nos cuenta el propio Plinio el Viejo y en un época más reciente, se sabe que la hermana de Napoleón, Paulina, la utilizaba para cuidar su piel.
¿Tenían razón esas mujeres al confiar en este elemento? Al parecer sí. Ya en el siglo XIX, en un hospital para niños de París, se hicieron investigaciones sobre el tipo de leche que era más beneficioso para los infantes enfermos. El número de recuperaciones de los que habían sido alimentados con leche de burra era sensiblemente superior a los que lo fueron con leche de vaca o cabra. Actualmente se sabe que la leche de burra es la más semejante a la leche materna por su bajo contenido en grasas y proporción de lactosa. Curiosamente se llevaba a los bebés a que mamasen directamente de la ubre de la burra como muestra la imagen inferior.
Análisis realizados han dado como resultado no sólo la semejanza con la leche materna, sino también la existencia de agentes antibacterianos 200 veces más potentes que los de la leche de vaca, por lo que la de burra resulta estar mucho más libre de gérmenes. Además parece que contiene antialergenos que alivian afecciones como la psoriasis, los eccemas, la bronquitis o el asma. Así pues, Cleopatra no iba desencaminada, los beneficios de la leche de burra son múltiples. Como anécdota añadiremos que el Papa Francisco afirmó en una plática que en su infancia la había consumido.
Actualmente se puede encontrar fresca en algunos lugares o comercializada en pastillas de jabón para utilizarlas en la piel. Eso sí, su precio es elevado ya que estas équidas dan muy poca leche, han de ser ordeñadas a mano y únicamente la producen durante 6 o 7 meses al año, mientras están criando a sus retoños. Si quieres conocer otros alimentos beneficiosos para la salud, te invitamos a leer el post: «Leche de Oro» la INCREÍBLE bebida.