Es el techo del mundo y, por derecho propio, el pico de picos a escalar hasta su cúspide. En Nepal, el Everest es conocido como Sagarmatha («la frente del cielo») y no es para menos. Con sus 8.848 metros sobre el nivel del mar es el pico más alto de la tierra (salvando la montaña marina de las Marianas que alcanza los 11.000 metros de profundidad). Antes, mucho antes, de que la escritora y exploradora Alexandra David Néel llegara a Namche Bazaar (campamento base desde dónde se suele ascender la montaña), muchos otros buscadores de aventuras lo habían intentado. Algunos lo consiguieron. Otros no. Sin embargo, te sorprenderá saber que de los 150 cuerpos que quedaron abandonados en el Everest, muchos de ellos tienen hoy en día un curioso cometido.
La «zona de la muerte» y los cuerpos abandonados en el Everest
Para que te pongas en situación, imagínate que estás sobre una montaña a miles de metros de altura. La temperatura no supera los -15º en el mes de Julio, que es cuando la mayor parte de aventureros aficionados se disponen a ascender unos cuantos miles. Estás perfectamente y, de repente, empiezas a sentir mareo, vértigo y no puedes evitar vomitar. Te encuentras a unos 7200 metros, en el campamento III y el sherpa que te acompaña te recomienda que vuelvas porque tienes mal de altura.
Tú decides abandonar, pero hay quién continúa durante unos cientos de metros más, concretamente hasta los 7900 metros de altitud en dónde se encuentra el campamento IV. A partir de aquí entras en el tramo conocido como «zona de la muerte». Se trata de menos de 1 kilómetro de recorrido en el que el oxígeno adicional es imprescindible para seguir con vida. Hay casos de alpinistas que han llegado hasta la cumbre pero, desde luego, no es tu caso.
Si decides continuar por la zona de la muerte con tu botella de oxígeno, ya que has tenido suerte y el mal de altura no ha podido contigo, descubrirás que, de repente, a 7500 metros tus extremidades empiezan a congelarse, apenas las sientes. Cualquier bache en la nieve se convierte en un importante obstáculo que salvar y todo esto sin añadir el consabido oxígeno en cantidades muy pequeñas que te suministra la botella, sin el que seguramente ya habrías muerto.
Los cadáveres del Everest que nunca se encontraron
150 cadáveres nunca se encontraron, pero se sabe que hay más de 200 cuerpos abandonados en el Everest. Lo más curioso, y quizás macabro, es que algunos de ellos se emplean como puntos de referencia.
A uno de los más famosos que, además, inspiró un capítulo de The Simpsons se le conoce como Peter Boardman. Murió sentado y fue descubierto en esa misma posición en 1992. Diez años después de su desaparición.
Otros de los cadáveres que se encuentran de camino al ascenso del Everest son «el saludador» (en la imagen superior), que parece que saluda en posición tumbada -de ahí su nombre-, y otro -que sirvió también como referencia- «botas verdes» (en la imagen inferior), un hindú todavía no identificado, que falleció durante el Desastre del Everest, sucedido en 1996, cuya causa fue una terrible nevasca.
Otros célebres restos abandonados son los de David Sharp, que se encuentra muy cerca de «botas verdes», que como te contamos en el artículo «Botas verdes, la macabra historia del cadáver de un escalador del Everest» fue enterrado defintivamente en 2017, y los cuerpos de Francys y Serge Arsentiev, Bruce Herrod y Shriya Shah-Klorfine que murió a 8300 metros de altura.
En la actualidad, su ubicación es un punto de referencia y un recordatorio para los nuevos exploradores, para que se cuiden de correr riesgos innecesarios.
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Imágenes: JohnThannon , strangeremains , discoverywill .