Para los habitantes de la mayor parte de las ciudades del mundo, se trata del ave más conocida y presente en sus vidas, moviéndose en bandadas en plazas y entre monumentos y edificios; de niño corrías para hacerlas volar y de adulto es posible que te hayas pasado al grupo que las adversa y las califica de ratas voladoras; y sin embargo, es casi seguro que nunca hayas visto crías de paloma, ¿verdad?
¿Por qué nunca vemos crías de paloma o pichones?
Las palomas pertenecen a una gran familia, las colúmbidas, con más de 300 especies distribuidas a lo largo del mundo y sólo ausentes en la Antártida y el Ártico, pero con una especie en particular que se ha asentado en todos los centros urbanos, la Columbia livia, que nos ha acompañado desde hace siglos en diversas funciones, que van desde el de ser presa de caza para alimentación, al de medio para enviar mensajes, realizar trucos de magia o como simple compañera urbana, no siempre deseada. Y sin embargo, a pesar de la familiaridad con esta ave, ¿cuántos pueden presumir de haber visto pichones o crías de palomas?
Sí, si revisas las redes es probable que consigas algunos testimonios de personas que han tenido acceso a nidos de palomas y han podido seguir el proceso, pero no es lo usual, y esto se debe a algunos hábitos y características de esta especie.
Las palomas en condiciones silvestres anidan en acantilados y paredes más o menos inaccesibles, buscando grietas y agujeros para hacer sus nidos en lugares que brinden protección a los pichones, pero que también los mantienen alejados de la observación de los humanos. En las ciudades buscan condiciones similares en tejados altos, campanarios de iglesias y edificios abandonados, por lo que es difícil toparse con un nido con crías de paloma.
Como otras aves, las crías de paloma abandonan el nido cuando están prácticamente listas para vivir de modo independiente, pero en contraste con éstas, pueden tardar hasta el doble de tiempo antes de arriesgarse en el mundo exterior. En promedio, los pichones de otras especies voladoras pasan dos o tres semanas en el nido, mientras las crías de las palomas permanecen hasta seis semanas, por lo que al hacer su debut en los espacios urbanos tienen un aspecto muy similar al de los adultos.
Es probable que hayas visto ejemplares de palomas jóvenes y no los hayas reconocido. Observando con atención podrás distinguirlo observando su plumaje: las jóvenes tienen los ojos oscuros (los adultos los tienen rojos o anaranjados), no han cambiado completamente el plumaje y sus colores suelen tener tonos más suaves que el de las adultas.
A pesar de su desprestigio, debido a las enfermedades que son capaces de trasmitir y a lo perjudicial que puedan ser su orina y excrementos para edificios y monumentos, si en algún momento descubres un nido con crías de palomas recuerda que estás gozando de un raro privilegio, el de contemplar este símbolo de la paz en una fase que pocas personas han contemplado.
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