Las sectas son polémicas organizaciones que se alejan de las doctrinas tradicionales y se arropan en el secretismo y la clandestinidad, respecto a aquellas personas que no pertenecen a ella. A menudo son denunciadas por todo tipo de abusos psicológicos y físicos, por lo que resulta difícil imaginarse por qué alguien habría de considerar, siquiera, unirse a una. No obstante, siguen existiendo en todo el mundo, y las personas continúan incorporándose a estos grupos. Descubre qué motiva a aquellos que se unen a sectas.
¿Porqué las personas deciden unirse a una secta?
Desde sectas como los masones hasta grupos más comunes como los rotarios o incluso los partidos políticos, las personas a menudo buscan unirse a grupos buscando las sensaciones de amistad, conexiones, identidad y la oportunidad de hacer una contribución al mundo.
Las sectas pueden tomar muchas formas. Pueden ser de naturaleza religiosa o raciales, políticas o místicas, de autoayuda o pseudo-psicológicas, pero tienen características distintivas.
Siempre piden exclusiva dedicación o devoción a una persona o credo explícito. También, utilizan programas de «reforma del pensamiento» para integrar, socializar, persuadir y por lo tanto controlar a los miembros.
Entrar en el círculo no es sencillo, los aspirantes deben pasar un proceso bien pensado de reclutamiento, selección y socialización e intentan mantener la dependencia psicológica y física entre los miembros del culto.
Además, lo más destacable es que las sectas insisten en reprogramar la manera en que la gente ve el mundo.
Pero, ¿son iguales los motivos de unirse a la Orden del Templo Solar, a la Rama Davidiana, al Talibán, a Hamas o a Al Quaeda?
Según múltiples psicólogos y sociólogos, no hay ningún estereotipo del tipo de persona que se uniría a un culto. De hecho, podría ocurrirle a cualquiera que tenga la guardia baja. El doctor Philip Zimbardo aseguró en un estudio que, por esta razón, en lugar de culpar a las víctimas, se debe analizar cómo logró el líder ser tan seductor para reclutar a sus seguidores.
A menudo, la secta promete resolver un problema en la sociedad para el que nadie más está ofreciendo una solución. Los cultos también ofrecen un estilo de vida muy estructurado, con respuestas absolutas sobre lo que está bien y lo que está mal, así que suponen una especie de disolución del caos que una persona podía tener en su mente. Simplifica las cosas. Por lo general son muy abiertos, cariñosos y acogedores. Casi nunca hay señales de alarma suficientemente obvias como para advertir a la gente de que pueden terminar sin querer en una secta, ¡muchas de las personas ni saben que están metiéndose en una! Cuanto más tiempo permanezcan, más reciben promesas de salud, riqueza y bienestar y más enganchados están a ella.
Estudios que se han hecho sobre todo tipo de sectas y grupos extremistas han demostrado que tienen promesas de reclutamiento similares y sofisticadas y técnicas de inducción y agendas de influencia social. Utilizan métodos de «adoctrinamiento» y «control de la mente» muy parecidos en todos los grupos, aunque quizás se apliquen con distintas intensidades.
Las técnicas de control mental de los grupos extremistas son poco diferentes de las del ejército, las organizaciones religiosas y las prisiones. Estas técnicas «malvadas» son de hecho bien conocidas; exigen cumplimiento y conformidad totales; utilizan técnicas de persuasión; crean disonancia y practican la manipulación emocional. Cuanto más intensas y de mayor duración son estas prácticas sobre el individuo, más difícil es liberarse.
Así, las personas que terminan perteneciendo a la secta han sido manipuladas desde el principio, pues se ha detectado en ellos unas necesidades que las sectas han sabido explotar como si fueran debilidades.
Un ejemplo son las personas que buscan dar un sentido a su vida, incluso sin saberlo. Las sectas les ofrecen un objetivo, unas convicciones por las que seguir adelante. Lo mismo que quienes necesitan de atención y reconocimiento, incluso las personas perfeccionistas, tienen más probabilidades de terminar en uno de estos grupos. ¿Por qué? Estar dentro de una secta -por violenta que sea- siempre implica, en mayor o menor grado, una diferenciación respecto a los «no creyentes». Este sentimiento de pertenencia a una élite, a algo especial, es algo que utilizan como herramienta de manipulación. Reconozcámoslo, sentirse superior a los demás puede llegar a ser incluso adictivo. A todos nos gusta ser especiales, y quienes dirigen las sectas lo saben.
Hay otros motivos quizás de carácter menos psicológico, como sería la necesidad de cuidados (y, de hecho, la soledad), que también pueden llevar a cualquier individuo a pertenecer a una secta. El hecho de ser aceptado en una comunidad, de algún modo implica que todos velarán por ti. Por desgracia, algunos de estos grupos buscan precisamente la explotación económica y si no tienes dinero que aportar… Probablemente acabarás produciéndolo, y no precisamente para ti.
¿Qué piensas sobre esto? ¿No te parece que es fácil que cualquiera caiga en las garras de una secta? Ser consciente de cómo puedes ser manipulado y de qué podrían aprovechar ellos de ti para captarte, té hará llevar ventaja sobre sus intenciones.
¿Te ha interesado conocer los motivos de una persona para unirse a una secta y cómo se les mantiene atados a ella? Entonces, lee: