¿Nunca has imaginado que por alguna «mágica» circunstancia, tal como hemos visto en novelas, series y películas, eras trasladado a otra época de la historia? ¿En cuál te hubiera gustado vivir? Si te lo estás planteando, te daremos 5 motivos por los que te asquearía vivir en el siglo XVIII.
Vivir en el siglo XVIII
El siglo XVIII es conocido como el «Siglo de las Luces». Hitos como la Ilustración, la invención de la máquina de vapor, la Independencia de los Estados Unidos o la Revolución Francesa marcaron este siglo e hicieron avanzar a pasos agigantados a toda la humanidad. Sin embargo, en campos como la higiene, estaban muy por detrás de civilizaciones mucho más antiguas.
1. El baño y aseo personal
Durante muchos siglos, y también durante casi todo el siglo XVIII, la mayoría de la gente estaba convencida de que el agua, y especialmente la caliente, era insalubre y podían pasar toda su vida sin darse un baño. Pensaban que permanecer en remojo facilitaría la entrada en el cuerpo de todo tipo de enfermedades y por ese motivo evitaban bañarse. Cuando lo hacían, hasta bien entrado el siglo XIX, no solían despojarse de la ropa, sino que tomaban el baño con una especie de camisa o con su propia ropa interior.
En algunas ocasiones se aseaban por partes, pero mayoritariamente lo que hacían era disimular el olor a base de colonias, vinagres y jabones perfumados que frotaban por el cuerpo.
2. W.C.
En el siglo XVIII empezaron a hacerse populares los retretes al aire libre, pero hasta ese momento y debido a que en los hogares no había agua corriente, una de las soluciones más comunes para evacuar eran los orinales. Los habían en todas las casas y de muchos tipos. Su contenido en muchas ocasiones era arrojado por una puerta o ventana al grito de: ¡Agua va!
Como los orinales no solían vaciarse con frecuencia, las casas solían oler de una manera muy desagradable a orines y heces.
3. Papel higiénico
Aunque desde hacía siglos el papel higiénico se utilizaba en China, en Europa no empezó a usarse hasta finales del siglo XIX. ¿Qué hacían durante el XVIII para asearse tras la evacuación? Si eras muy rico podías utilizar una especie de vendas tejidas, pero si eras pobre sólo podías echar mano de papeles y trapos usados, hojas de algunos árboles o plantas y especialmente musgo, cuando no la propia mano. Como curiosidad añadiremos que los colonos americanos solían utilizar las hojas que envuelven las mazorcas de maíz.
4. Menstruación
Aunque la edad para la maternidad era muy temprana y no habían métodos anticonceptivos y los continuos embarazos unidos a las largas lactancias hacían que durante largos períodos las mujeres no tuvieran la menstruación, había momentos en que sí la tenían. ¿Qué hacían para contener el flujo de sangre? Aquí también la diferencia entre ricos y pobres era abismal. Las mujeres pudientes utilizaban paños tejidos que se lavaban tras su uso, pero las que no podían acceder a ellos, simplemente dejaban resbalar el líquido por sus piernas.
5. Estiercol en las calles
El olor en las calles era al parecer insoportable, como muchos cronistas de la época reflejaron en sus escritos. Estiércol, heces humanas y diversas materias en descomposición alfombraban las calles y los historiadores explican que la costumbre de ceder el interior de la acera a las mujeres, como norma de buena educación o cortesía, viene del peligro a ser salpicado con excrementos al pasar un carro a la vera de los transeúntes.
¿Qué te han parecido estos motivos por los que te asquearía vivir en el siglo XVIII? ¿Crees que podrías resistir el hedor y la falta de higiene reinantes?
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