En la historia de la humanidad han existido grupos de mujeres guerreras como las Amazonas o las Espartanas, de las que ya os hablamos en Supercurioso. En esta ocasión hemos dirigido nuestra mirada hacia el lejano oriente y especialmente nos hemos fijado en Japón, una sociedad tradicionalmente belicosa en la que también hemos encontrado un colectivo de féminas guerreras: son las «Onna bugeisha», el selecto y valeroso grupo de mujeres samurái.
«Onna bugeisha» las mujeres samurai
Onna bugeisha significa «mujer samurái» o más literalmente «Experta en arte marcial femenina» y designaba a las mujeres que eran educadas en las artes marciales como si fueran samuráis. Debían pertenecer a familias de samuráis o bushi, la élite militar que durante años dominó el Japón feudal. Su entrenamiento las capacitó para el uso de las armas con la finalidad de defender a la familia, el honor y proteger sus hogares en tiempos de guerra cuando faltaba en la comunidad la protección de combatientes masculinos.
Su arma principal era la naginata que en contraste con la katana que utilizan los samuráis varones es más versátil. La hoja de la naginata es curvada en la punta y con la gran longitud de su asta compensa la menor fuerza de las Onna bugeishas frente a un oponente masculino. Es también muy eficaz cuando se utiliza contra la caballería. Las Onna bugeishas son representadas casi siempre con este arma y durante el período Edo se crearon escuelas exclusivamente femeninas para entrenar a las mujeres el uso de la naginata.
Además de este arma icónica, las Onna Bugeishas también utilizaron arcos y flechas ya que este tipo de armamento, al ser utilizado en la distancia, restaba importancia a la diferencia física entre hombres y mujeres en la batalla.
Una de las Onna Bugeisha más conocida fue la Emperatriz Jingû. Esta mujer fue educada en el arte del tantojutsu, el uso de la naginata y el kaiken. Es famosa por haber conducido a las tropas niponas en la invasión de Corea, en el siglo III de nuestra era, cuando murió su esposo el Emperador Chuai en la batalla. La leyenda cuenta que la conquista se realizó sin derramamiento de sangre. En 1881 se convirtió en la primera mujer en aparecer en un billete de banco en Japón.
Una de las últimas Onna Bugeisha de la historia fue Nakano Takeko. Esta mujer, nacida en Edo (Tokio) en 1847 fue educada como una Onna Bugeisha por su maestro, que la adoptó a la muerte de sus padres. Aprendió artes marciales y literatura, participando en la Guerra Boshin al frente de un grupo de mujeres combatientes que lucharon de forma independiente de sus correligionarios masculinos. En la Batalla de Aizú, después de atravesar a varios enemigos con su naginata, fue herida en el pecho por un disparo de arma de fuego.
Herida de muerte, le pidió a su hermana Yūko, que la ayudase para llevar a cabo el ritual del seppuku. Su hermana la decapitó, librándola del deshonor que hubiera supuesto, en caso de caer su cadáver en manos de sus enemigos, que la exhibiran como un trofeo. La cabeza fue llevada a un templo en Aizú, de donde era originario su clan y se erigió un monumento en su memoria.
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