Durante 28 años el muro de Berlín separó a Alemania en dos, como consecuencia de la Guerra Fría. Antes del 9 de noviembre de 1989, fecha de su derribo, cientos de alemanes desesperados por escapar hacia el bloque occidental, probaron métodos extraordinarios que les permitieron cruzar la muralla de hormigón armado exitosamente.
Te contamos algunas historias increíbles de alemanes que lograron burlar por completo el robusto aparato de seguridad de Alemania del Este, con huidas de película.
Relatos de huidas a través de el muro de Berlín
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Huyó a Alemania occidental sobre un cableado eléctrico
Horst Klein, trapecista profesional, tomaba cuanta oportunidad se le cruzara enfrente para profesar en lugares públicos su disconformidad contra el sistema. Estas eran razones suficientes para que el gobierno de la Alemania del Este lo tachara de “ciudadano incómodo» y sufriera hostigamientos.
Uno de los castigos del bloque comunista consistió en prohibirle al trapecista trabajar en lo que le apasionaba y le daba sustento: el circo, su talón de Aquiles.
No obstante, Klein logró esquivar la reprimenda ejecutando una hazaña que casi le cuesta la vida. Tal como pudo haberlo hecho en sus espectáculos de trapecista, se subió a un poste y saltó hasta un aislador de porcelana para desplazarse por el cableado eléctrico que atravesaba el muro de Berlín. Estaba aterrorizado, era plenamente consciente de que ser captado por los soldados o convertirse en cenizas si tocaba la torre y el cable a la vez no eran los únicos peligros de caminar sobre la cuerda floja.
Las bajas temperaturas por poco arruinan los planes de Klein de aterrizar en Alemania Occidental. Pues sus manos se entumecieron debido al frío, a instantes de descender del muro con una soga que no pudo sostener por mucho más tiempo; entonces Klein cayó al suelo a 12 metros de altura.
El fuerte impacto lo dejó inconsciente durante tres horas. Una vez recuperados los sentidos, la incertidumbre de si había conseguido cruzar el paredón de hormigón, le producía peor malestar que el de la fractura de sus huesos. Para su alivio, pronto notó que un grupo de personas se dirigía hacia él. No eran soldados, tampoco llevaban armas. Klein liberó un suspiro… estaba a salvo, se encontraba en suelo libre.
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Peter Dobler, el nadador
Con un matrimonio fallido y una carrera como médico auxiliar truncada por enfrentarse al gobierno, Peter Dobler estaba convencido de que ya nada lo retenía en la Alemania del Este. Se encontraba determinado a iniciar una nueva vida al otro lado del muro de Berlín.
Fue por eso que durante dos años practicó natación, aprendió a guiarse por las estrellas y grabó en su memoria las rutas marinas. Ya instruido, Dobler tomó su equipo de buceo, y con una cinta adhesiva aseguró en su cuerpo unas cuantas barras de chocolate, una brújula y supresores del apetito, los cuales tomaría cada 4 horas para resistir el maratónico viaje.
Nadó durante 24 horas hacia Alemania del oeste en el océano Báltico. Recorrió unos 48 kilómetros de mar, sin ningún contratiempo hasta ese momento. No obstante, por obra de la suerte o del destino, cuando Dobler cedía ante el cansancio, un marinero que se aproximaba a Alemania Occidental lo avistó y le ayudó a completar el trayecto subiéndolo a la embarcación. De esta manera, el médico auxiliar que huía de sus desventuras, pudo llegar a tierra firme con una historia increíble que contar.
3. Holger Bethke y Michael Becker
Hartos de las dedichas que padecían en la Alemania del Este, los amigos Holger Bethke y Michael Becker decidieron escapar, inspirándose en la historia de una familia que cruzó el muro de Berlín usando unas poleas y un cable de acero. El hermano mayor de Bethke había escapado meses antes hacia Alemania Occidental, por tanto se convertiría en su cómplice.
Para repetir la estrategia de la familia, practicaron tiro con arco y tirolesa en un parque. A los curiosos les decían que aspiraban trabajar en un circo, para que nadie sospechara lo que traían entre manos.
Llegó el día de poner en marcha lo que habían maquinado. Astutamente, ambos se vistieron de electricistas para despistar a los soldados, y subieron al ático de un edificio alto, próximo al muro. Bethke avisó por medio de un walkie-talkie obtenido por contrabando que estaba listo para disparar la fecha sobre la frontera interalemana.
El hermano de Bethke se preparó desde el otro lado para atar la cuerda al parachoques de un coche. Por otra parte, el amigo de Bethke había asegurado el otro extremo alrededor de una chimenea. Todo estaba hecho para que ambos realizaran el recorrido con unas poleas de metal, a 50 metros por encima de la frontera. El escape fue perfecto, se dio sin ninguna complicación.
Años más tarde, los hermanos Bethke volverían a Alemania Oriental para rescatar a su hermano menor con un avión.
4. Peter Strelzyk y Gunter Wetzel
¿Cómo escapar de forma segura de Alemania Oriental con toda la familia?, se preguntaban los compañeros de trabajo Peter Strekzyk y Gunter Wetzel. Ningún plan les convencía del todo, hasta que un día la hermana de Wetzel le obsequió una revista americana que hablaba sobre globos aerostáticos, y ¡voilà! Surgió la idea extravagante de construir un globo de aire caliente para realizar una huida digna de un cuento fantástico.
Sin ser expertos en la materia, ensamblaron su primer globo aerostático, luego fueron a por el segundo y rápidamente crearon el tercero. Ninguno era capaz de volar. Sin embargo, el último diseño -cuando estaban ya a punto de rendirse- funcionó apenas lo suficiente para que ambas familias aterrizaran, de manera accidentada, en Alemania Occidental. El gas del quemador se consumió a pocos metros de que la aeronave tocara el suelo. Para dicha de los aventureros, nadie resultó lastimado.
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Wolfgang Engels
El muro de 155 kilómetros que dividía a una misma nación en, República Federal Alemana (RFA) y la República Democrática Alemana, provocó más de un centenar de muertes de quienes intentaron traspasar la frontera. La zona se encontraba resguardada fuertemente por soldados dispuestos a disparar a todo aquel que se encontrara cercano al muro. Contaba además con minas y trampas antipersona para reforzar todavía más la seguridad. Por lo que, salir de Alemania del Este demandaba planificación y muchas agallas.
En cambio el temerario Wolfgang Engels, un ex soldado alemán de 19 años, prefirió dejarse llevar y seguir sus impulsos para escapar, en tiempos en el que el muro estaba siendo apenas construido.
Engels se hizo amigo de unos conductores del ejército, quienes les permitieron conducir un vehículo militar en compañía de ellos. Lo que ideó el joven en esa oportunidad, fue esperar a que sus nuevos camaradas salieran a almorzar para robar el tanque y trasladarse hasta el Muro de Berlín. Nadie lo detuvo en el trayecto, pues pensaban que se trataba de otro de tantos soldados patrullando por la ciudad.
Una vez situado cerca del muro, Engels aceleró el vehículo e impacto contra la muralla que para entonces medía unos tres metros de altura, pero no logró derribarla como pensaba. En esta sucesión de hechos, subió rápidamente al tanque para saltar la fila de concreto, recibiendo dos impactos de proyectil en el intento.
Afortunadamente para Engels, un grupo de hombres de Alemania Occidental se abocaron a rescatarlo, formando una escalera humana. De ahí fue trasladado a un bar cercano mientras esperaban por los paramédicos. El hombre que logró escapar del Muro de Berlín con un tanque militar, permaneció tres semanas hospitalizado con los pulmones colapsados, pero vivió para contarlo.
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