Afortunadamente, durante el siglo XX las leyes cambiaron en la mayoría de países y especialmente la pena de muerte desapareció de muchos códigos penales. Siglos atrás, sin embargo, era habitual esa condena y en un lugar que ahora nos parece tan avanzado como Inglaterra, desde 1688 hasta 1815, existió un sistema de crímenes y castigos que llegó a contener hasta 220 motivos por los que podrías ser condenado a muerte. La mayoría de ellos hoy serían considerados delitos menores. Acompáñanos a descubrir el Código Sangriento que durante casi 120 años estuvo vigente en Inglaterra.
El Código Sangriento
Es necesario precisar que el apelativo de Código Sangriento no se le dio a este sistema de crímenes y castigos hasta que ya no se aplicaba. Cuando en 1688 se impuso esa legislación eran únicamente 50 los delitos que podían ser castigados con la muerte, sin embargo en 1815 había alcanzado la cifra de 220. Durante este período, 10.000 hombres, mujeres y niños fueron colgados.
La mayoría de estos delitos hacían referencia a robos y hurtos por lo que queda patente, según muchos historiadores, que fueron los ricos los que dictaron esas leyes para proteger sus propiedades y a la vez librarse de los pobres. Los poderosos pensaban que las personas que cometían delitos eran perezosas, codiciosas o pecaminosas y no les merecían la menor empatía o misericordia. Hacían las leyes para proteger sus intereses, riquezas y propiedades y creían que cualquiera que las amenazara merecía la muerte.
¿Queréis saber por qué delitos absurdos podíais ser condenados a ser colgados? Aquí tenéis algunos ejemplos:
– «Vivir en compañía de gitanos durante un mes».
– «Tener pruebas concluyentes de una naturaleza malsana en niños de 7 a 14 años»
– «Cometer un delito con la cara tapada o habiéndose disfrazado»
– «Robo»
– «Caza furtiva o no autorizada», incluso de un mísero conejo.
– «Suplantación de personalidad», como en el caso de un pensionista de Chelsea que fue suplantado y el suplantador condenado a la horca.
– «Sacrilegio»
– «Escribir una carta amenazante»
– «Dañar el Puente de Westminster»
– «Mendigar sin licencia» (en caso de ser marinero o soldado)
– «Mutilar ganado maliciosamente»
Afortunadamente, la pena de muerte únicamente se podía aplicar si el precio de lo robado ascendía a más de 12 peniques y muchos jueces infravaloraban las mercancías para no tener que dictar sentencia de muerte. Además muchos condenados fueron indultados. Al formular ese Código Sangriento los legisladores se basaban en la idea de que los posibles delincuentes, al saber la pena que les esperaba, desistirían de cometer el delito. Por ese mismo motivo las ejecuciones eran públicas y se pretendían ejemplarizantes.
A partir de finales del siglo XVII muchas penas de muerte fueron conmutadas por el «destierro penal» y muchos convictos fueron llevados a las colonias como EE.UU., la actual Tasmania o Australia. En 1808 la ley fue modificada y ya no se podía condenar a muerte a los menores de 14 años y en 1815 empezó a modificarse al considerar los legisladores que el número e importancia de los delitos que conllevaban la pena de muerte era excesivo.
¿Qué te ha parecido el Código Sangriento? ¿Sabías que por cometer esos delitos podías acabar colgado? Si te ha interesado este artículo, quizá quieras leer: