La mayoría de autores se inspiran en vivencias personales o sucesos de los que tienen noticia para crear sus obras. Julio Verne no fue una excepción y escribió una de sus más famosas novelas a raíz de leer en una revista francesa la hazaña de un hombre que dio la vuelta al mundo en 80 días. Acompáñanos a conocer la historia de George Francis Train, el verdadero Phileas Fogg de Verne.
George Francis Train, el verdadero Phileas Fogg
El verdadero Phileas Fogg era un bostoniano que nació el 24 de marzo de 1829 y cuyo nombre era Georges Francis Train. La fiebre amarilla acabó con la mayor parte de su familia en Nueva Orleans y fue enviado a vivir con sus abuelos a Massachusetts. Éstos eran metodistas estrictos y querían que George Francis se convirtiera en ministro de su iglesia o en herrero, pero nada más lejos del carácter impulsivo de su nieto.
Durante su vida, entre otras cosas, se postuló como presidenciable entre los republicanos, pero perdió la nominación y su oportunidad de ser presidente de EE.UU. Estuvo en la cárcel 15 veces, unas veces por defender causas revolucionarias, otras por avalar a amigos que no pagaron sus deudas, pero también por temas económicos que rozaban lo fraudulento.
A pesar de todo ello, históricamente se considera que fue un gran empresario. Estuvo involucrado en negocios relacionados, entre otras cosas, con el ferrocarril, los tranvías y las compañías mercantiles en EE.UU., Australia y Reino Unido, pero lo que lo hizo famoso fue especialmente su afición a dar la vuelta al mundo en el menor tiempo posible. Lo hizo 3 veces, mejorando su marca en cada nueva ocasión.
La primera vez, de la que tuvo conocimiento Julio Verne para escribir «La vuelta al mundo en 80 días» fue en 1871. El viaje duró 80 días, sin contar los 2 meses que permaneció en Francia para apoyar la causa revolucionaria de la Comuna de París. Salió de Nueva York en tren hacia San Francisco, lo que le llevó 7 días. En un Clipper se trasladó a Yokohama, después a Singapur y luego a Marsella. Fue encarcelado por sus actividades revolucionarias en Lyon y liberado a los 13 días gracias a la intervención de Alejandro Dumas y del Gobierno estadounidense. Partió hacia Liverpool primero en tren y luego cruzando el Canal de la Mancha. Una vez en la ciudad tomó un barco hacia Nueva York. Descontando los días que pasó en Francia, había tardado 80 días.
En 1890, 20 años más tarde e impulsada por el éxito del libro de Verne, la periodista Nelly Bly, decidió batir el record de Phileas Foog y lo consiguió. Empleó 72 días, 6 horas y 11 minutos. Train se sintió herido en su amor propio y decidió volver a batir el record. Convenció al Tacoma Evening Ledger para que le financiase el viaje y saliendo de Tacoma, tras innumerables vicisitudes, regresó a la ciudad de origen en 67 días, 12 horas y 2 minutos. El esfuerzo fue considerable puesto que George tenía ya 61 años.
Sin embargo, esa no fue su última vuelta al mundo. Otro pueblo con ansias de publicidad decidió financiarle una nueva aventura y saliendo desde Whatcom, Washington, completó el viaje en tan solo 60 días. Para 1892 una auténtica proeza. En sus viajes solía ir acompañado por su primo, que ejercía como secretario personal, George Pickering Bemis al igual que Phileas Foog se hizo acompañar por su criado: Jean Passepartout.
A medida que se hizo mayor, las excentricidades de George Francis Train aumentaron y finalmente murió en 1904, debido a una enfermedad renal, en la ciudad de Nueva York.
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