Vas a asaltar un castillo medieval y quieres triunfar en tu misión, cueste lo que cueste. ¿Cómo lo harías, teniendo en cuenta la tecnología bélica de aquel entonces? ¿Qué armas se usaron, qué artefactos se inventaron para tal empresa?
En Supercurioso te explicamos cómo podrías hacer.
Si asaltaras un castillo medieval, ¿cómo lo harías?
Antes de entrar en materia, primero debemos explicarte cómo es un castillo a fin de que puedas entender la eficacia de las armas utilizadas para asediarlo. Dada la naturaleza violenta que ha demostrado siempre el ser humano, no es extraño encontrar, desde tiempos tan lejanos como el Neolítico –hacia el 8500 a.C.–, vestigios de construcciones hechas con el único fin de defenderse.
Básicamente, el castillo medieval tiene sus antecedentes en la arquitectura militar de la Grecia clásica: los aqueos construyeron sus ciudadelas con murallas de piedra ciclópea –es decir, piedras de gran tamaño y sin argamasa– rodeando el perímetro urbano. Estas fortalezas eran de difícil acceso, y con rampas para entrar.
Los castillos medievales comienzan a proliferar en Europa a partir del siglo IX, y el cerco defensivo era apenas una empalizada de madera, que se volvió completamente inútil frente a las nuevas tecnologías militares de ataque; por ello se confió más en la solidez de la piedra, y en las dimensiones que un muro podía alcanzar con este material.
Solía estar enclavado en puntos estratégicos, generalmente en sitios altos y con cursos de agua cercanos, para asegurar la defensa en caso de asedio, y no sólo tenía funciones meramente castrenses sino que era la residencia de los reyes y de sus familias, o del señor de la nobleza. Formaba parte casi siempre de una ciudad fortificada, con los vasallos y campesinos que dependían del castillo. Por eso, cuando caía un castillo medieval, caía también una parte importante de la sociedad, de allí que fuera tan importante su defensa, y tan gloriosa su conquista.
Un castillo medieval podía contar con un pozo perimetral lleno de agua, un puente levadizo –que lo hacían muy largo a fin de que los asaltantes estuviesen más tiempo bajo las flechas defensoras–, una muralla salpicada de almenas y ladroneras –puntos estratégicos fortificados en lo alto de las murallas para los soldados– y varios matacanes, que eran trampillas situadas bajo las ladroneras y podían abrirse para lanzar desde flechas hasta agua o arena hirviendo.
Había varios métodos de ataque: a distancia y de contacto. Ahora bien, si asaltaras un castillo medieval lo primero que harías sería excavar. Así es, ya que las grandes murallas de piedra eran el principal problema para entrar, y una de las ventajas de los defensores. Tendrías que abrir un túnel hasta la muralla y excavar por debajo hasta llegar a sus cimientos; este túnel se sostendría con apoyos de madera, para soportar la carga de la muralla.
En determinado momento a este túnel se le prendía fuego, y cuando los soportes de madera cedían, caía al mismo tiempo la estructura de la muralla en ese punto (si todo salía de acuerdo a lo planeado), y así se abría una entrada que permitiría asaltar el castillo. Ten en cuenta que una muralla podía tener por lo menos 3 metros de espesor y hasta 12 metros de altura.
Pero las excavaciones conllevaban muchos riesgos, y sobre todo tiempo. Si los defensores se daban cuenta de las excavaciones enemigas, reforzaban la muralla amenazada para que al caer no dejara ningún boquete abierto; solían hacer contraexcavaciones para interceptar los túneles, y si se encontraban era una verdadera carnicería lo que se desarrollaba bajo tierra.
Así que debes pensar en otra cosa. A distancia, por ejemplo. Al asediar un castillo, debías instalar posiciones a su alrededor, para evitar fugas desde dentro del castillo. Previamente, habrías tomado las villas cercanas, y crearías patrullajes para informar de cualquier novedad, y a continuación te sentarías con tus compañeros a evaluar la mejor forma de atacar el castillo, o si sencillamente lo dejarían sitiado hasta que el hambre lo obligara a rendirse. Al decidir lo que hubieses de hacer, siempre había que darle al castillo medieval una última oportunidad de rendirse con honor, antes de luchar.
Ahora bien, tu equipo de asedio podría contener el trabuco, la catapulta, la torre de asedio y el ariete, además de las escaleras para subir por la muralla. Como puedes ver, todo estaba diseñado para abrir brechas o derribar las murallas.
- El trabuco, también llamado lanzapiedras, era lo más usual. Era una máquina que lanzaba piedras, y al principio era una soga estirada, y luego, a partir del siglo XIII, tenía un sistema de contrapesos que arrojaba proyectiles hasta una distancia de 400 metros.
Los proyectiles eran piedras pesadas, pero también usaban animales muertos, y en el siglo XIV cadáveres infectados de peste para generar epidemias en la población del castillo.
Las “balas” caían hacia abajo, y el trabuco se utilizaba sobre todo para destruir la parte superior de las torres y las almenas, pero si los muros eran totalmente verticales, el trabuco no servía de mucho, a menos que sus proyectiles cayeran justo en la parte superior.
- La catapulta fue heredada de los romanos, y la principal diferencia con el trabuco es que era una máquina de tiro horizontal que funcionaba por torsión de cuerdas y nervios, y podían lanzarse desde piedras hasta saetas y dardos.
- La torre de asedio se utilizaba para alcanzar las murallas y depositar en ellas a varios hombres armados. Era una torre de base cuadrada de varios pisos, que se unían a través de una escalera. Solía ser más alta que las murallas y contar con un puente levadizo, por el que pasaban los soldados (y a veces hasta caballería).
Se movía sobre cuatro grandes ruedas, empujadas primero por bueyes o caballos, y luego por una gran cantidad de hombres.
- El ariete se usaba para romper las puertas o los muros, y viene de épocas mucho más antiguas. En sus inicios fue sólo un tronco grande y muy pesado, que cargaban entre varios hombres e impulsaban contra la puerta o la muralla. Su diseño original incluía la cornamenta de un carnero.
Los diseños posteriores y más sofisticados colocaban al ariete en un marco rodante, soportado por cuerdas e impulsado por una honda, lo cual permitía que fuera mucho más grande y ser pivotado con mayor fuerza y más fácilmente.
La punta se reforzaba con una cabeza de metal y muchos de ellos eran revestidos de cuero y otros materiales por si trataban de incendiarlo.
Una vez adentro, la lucha era segura. Los soldados atacantes a menudo incendiaban el interior del castillo medieval y saqueaban hasta lo último, y el botín era repartido entre todos. Numerosos sitios de ciudades culminaron con su destrucción.
Las nuevas tecnologías bélicas han cambiado la cara de la guerra; quizá no sean tan sangrientas como las antiguas, pero ciertamente son más eficaces. Habría que pensar en la alternativa de dejar de guerrear.
Pero para que veas que los hombres no son los únicos con ideas bélicas, lee el increíble ejército de mujeres de Dahomey, y también la Orden del Hacha, real y compuesta sólo por mujeres.