Un asesinato de 2 chicas trabajadoras, con ansias de independencia, coartó la ya maltrecha libertad de las mujeres a comienzos de los sesentas. Jóvenes blancas, en concreto, fueron el foco de este huracán de prejuicios y paranoia colectiva, en una sociedad que no estaba preparada ni para la liberación femenina, ni mucho menos para la inclusión.

El asesinato de 2 chicas trabajadoras que recortó la libertad en los ’60

En aquella época, la gran ciudad de Nueva York se convirtió en el lugar soñado de una emergente generación de mujeres profesionales, con el objetivo de construir carreras sólidas y llevar una vida menos dependiente a la acostumbrada. Jóvenes como Emily Hoffert, de 23 años, y Janice Wylie, de 21, que abandonaron la seguridad de sus hogares, se abrieron camino hacia la urbe, sin imaginar que sus nombres encabezarían los titulares de las noticias por razones alarmantes.

El 28 de agosto de 1963, Patricia Tolles encontró los cuerpos sin vida de sus compañeras de apartamento, en Manhattan. Ambas, habían sido apuñaladas más de 60 veces y Wylie fue abusada sexualmente por el perpetrador.

El asesinato de 2 chicas trabajadoras que recortó la libertad en los '60
A la izquierda, Janice Wylie y Emily Hoffert (a la derecha)

El feroz homicidio de las chicas estadounidenses desató una serie de posiciones extremas con las que, en un sentido u otro, se recortaba la libertad de aquellas mujeres identificadas con las mismas características de Hoffert y Wylie: jóvenes blancas, solteras, trabajadoras, que decidieron irse a la gran ciudad por su cuenta y «sin necesidad», ya que provenían de familias acomodadas.

Wylie trabajaba en Newsweek, era hija de un escritor, y Hoffer estaba a punto de empezar su trabajo como maestra, su padre era cirujano. Ellas, con un futuro que parecía brillante, se convirtieron en “las chicas con carrera asesinadas”. Fueron nombradas de esta manera por los medios que dieron amplia cobertura al caso, con un enfoque casi homogéneo de que fueron “víctimas de la independencia”. A raíz de esto, muchas jovencitas fueron encerradas en sus hogares como medida preventiva para que no compartiesen el mismo destino.

Racismo, falsas acusaciones y la advertencia Miranda

Un homicidio popular demandaba urgentemente que se hallara un culpable. George Whitmore, un hombre afroamericano de origen humilde, fue acusado y encarcelado injustamente, por el asesinato de Wylie y Hoffer. Sin ahondar en las averiguaciones, también lo responsabilizaban por otros crímenes: el intento de violación a Elba Borrero y el asesinato de Minnie Edmonds, dos mujeres afroamericanas de Brooklyn que no recibieron tanta atención de los tabloides, por su estrato social.

El asesinato de 2 chicas trabajadoras que recortó la libertad en los '60
George Whitmore y Richard «Ricky» Robles

El asesinato de las 2 chicas trabajadoras en Nueva York evidenció el rechazo de la sociedad a la independencia femenina, la profunda brecha racial que colocaba en una posición desfavorecida a las personas no caucásicas y los fallos en el sistema de justicia que condenaron a Whitmore a pasar 1216 días en prisión siendo inocente. Fue golpeado para admitir un delito que nunca cometió, se le denegó el derecho de ser defendido por un abogado. Asimismo, las autoridades rechazaron la solicitud de someterlo a un detector de mentira.

Sin embargo, su caso contribuyó a que se sentaran las bases de la advertencia Miranda:

«Tiene el derecho a guardar silencio. Cualquier cosa que diga puede y será usada en su contra en un tribunal de justicia. Tiene el derecho de hablar con un abogado. Si no puede pagar un abogado, se le asignará uno de oficio. ¿Le ha quedado claro los derechos previamente mencionados?».

Finalmente, El 1 de diciembre de 1965, Richard «Ricky» Robles, un delincuente blanco, adicto a las drogas, fue hallado culpable por el asesinato de las chicas. Admitió que había irrumpido en el apartamento, solo para robar dinero, pensando que el lugar se encontraba despejado. Pero al ser sorprendido por Wylie, la atacó con un cuchillo y la violó. Hoffert fue la última en ser asesinada.

El caso se cerró, aunque no para las jóvenes estadounidenses que soñaban con enfrentarse a la vida bajo sus propios medios. Este crimen reprochable se transformó en un circo mediático que solo buscaba reforzar hasta el hastío viejos preceptos, en los que la mujer debía permanecer bajo el resguardo de sus familiares hasta que un hombre pudiera hacerse cargo de ellas. No cabía otro rol que el que les fue impuesto.

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Imágenes: Wikipedia.