Aunque ha habido mucha discusión sobre la causa del autismo, con algunos dedos apuntando a las vacunas, una reciente investigación se ha acercado a una respuesta. Todo indica que la raíz del problema puede ser el tener demasiadas conexiones cerebrales. Descubre más sobre esto.
La causa del autismo estaría en las conexiones del cerebro
El autor principal del estudio, Azad Bonni, jefe del Departamento de Neurociencia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, informó que el autismo podría ser causado por tener demasiadas conexiones cerebrales llamadas sinapsis.
Bonni sostuvo que un mayor número de sinapsis crea falta de comunicación entre las neuronas en el cerebro en desarrollo, que se correlaciona con deficiencias en el aprendizaje. Sin embargo, aún no se sabe cómo.
El trastorno del espectro autista es una afección común del neurodesarrollo que afecta a un gran número de personas alrededor del mundo. En general, se entiende que hay un aspecto genético en esta condición, aunque los desencadenantes ambientales también pueden desempeñar un papel.
Varios genes se han relacionado con personas con autismo. Seis de estos se denominan ubiquitinas ligasas y son responsables de la unión de etiquetas moleculares llamadas ubiquitinas a proteínas. Estos genes funcionan como gerentes que le ordenan al resto de la célula cómo manejar las proteínas marcadas.
Algunos expertos creen que las personas con autismo tienen una mutación genética que impide que una de sus ubiquitinas ligasas funcione correctamente. Esto llevó a los científicos de la Universidad de Washington a investigar las razones por las cuales esto ocurre.
Los investigadores eliminaron el gen de ubiquitina RNF8 de las neuronas en el cerebelo (un área del cerebro afectada por el autismo) de ratones jóvenes. Los ratones que carecían del gen desarrollaron un exceso de sinapsis, lo que a su vez afectó su capacidad de aprendizaje.
Esos ratones tenían un 50 por ciento más de sinapsis que sus pares, que tenían su gen RNF8 intacto. Seguidamente, midieron la señal eléctrica en las neuronas y descubrieron que era dos veces más fuerte en comparación con las que tenían una célula que funcionaba normalmente.
Además, para comprobar si los ratones sin el gen RNF8 también poseían habilidades motoras inferiores, como a menudo ocurre con las personas que tienen autismo, los investigadores entrenaron a los ratones para asociar una bocanada de aire hacia el ojo con una luz parpadeante. Una semana más tarde, el grupo de control evitó la irritación causada por la bocanada de aire al cerrar los ojos el 75 por ciento del tiempo. El grupo de prueba solo lo hizo un tercio del tiempo.
Según los expertos, un ratón que no cierra los ojos cuando se entrena no es igual a un humano con autismo, puesto que el cableado de los cerebros autistas es muy particular a cada individuo, y se necesita más trabajo para verificar la hipótesis. Sin embargo, el experimento revela una asociación interesante entre las sinapsis y el comportamiento que algún día podría conducir a tratamientos.
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