Nuestras mascotas fallecen al igual que lo hacemos los seres humanos. Normalmente, por motivos puramente biológicos, morirán antes que nosotros y tendremos que despedirnos de ellos con inmenso dolor. En el último año del siglo XIX abrió en París el primer cementerio de mascotas. ¡Conozcamos su historia!
El cementerio de mascotas más antiguo del planeta
A lo largo de la historia de la humanidad encontramos numerosos ejemplos del cariño que los amos han sentido por sus animales de compañía. En Egipto se han encontrado momias de gatos, a los que se consideraba prácticamente deidades; en Ascalón, en el actual Israel , los arqueólogos han descubierto varios enterramientos de perros y entre los romanos también fue costumbre honrar a los animales amados.
Más adelante se enterraron cerca de la vivienda de sus amos, pero llegó un momento en que esto, por motivos de higiene, no fue posible. En París, en el año 1899, se dictó una ordenanza que prohibía enterrar animales a menos de 100 metros de una vivienda. Ante esta ley un periodista llamado George Harmois y la actriz y también periodista Marguerite Durand decidieron fundar un cementerio para mascotas en París. El 2 de mayo de 1899, fundaron la Société Française anonyme du Cimetière pour chiens et autres animaux domestiques y compraron la mitad de una isla en las afueras de París. En la Isla des Ravageurs en Asnières-sur-Seine se abrió a mediados de 1899 el cementerio para perros y otros animales domésticos de París. Del proyecto inicial, de estilo Art Nouveau, que incluía hasta un museo de mascotas, sólo se llevó a cabo la construcción de los jardines, el edificio principal y la necrópolis, que quedó divida en 4 secciones: perros, gatos, pájaros y otros animales.
El cariño hizo que el cementerio poco a poco se llenase de lápidas y esculturas que son auténticas obras de arte, por lo que en 1987 el Gobierno Francés lo nombró «monumento histórico». En él están enterrados además de perros y gatos, un sinfín de animales, entre ellos pájaros, leones, caballos, terneras, cerdos, ovejas, monos e incluso peces. Entre los más conocidos que reposan en este cementerio monumental se encuentra el famoso perro Rin-tin-tín.
Enterrar a un animal querido en este cementerio no es barato. Sepultar a un animal pequeño cuesta entre 900 y 1.000 euros, sin contar los gastos de mantenimiento, lápida y costos anuales por la concesión. Generalmente las mascotas que se encuentran allí pertenecían a personas adineradas, como lo demuestra el hecho de que en 2012, a causa de la rotura de la tumba de un perrito, fue robado del collar con el que éste había sido enterrado, un diamante valorado en 9.000 euros.
¿Conoces algún otro cementerio de mascotas? ¿Existen en tu ciudad? Si te ha interesado este artículo, quizá quieras saber más sobre La medalla DICKIN: la Cruz Victoria al valor de los animales.
Imágenes: wowo2008,