No importa si tu infancia queda ya muy atrás, si apenas recuerdas quien era Winnie the Pooh o los nombres de esos amigos que vivían junto a este oso entrañable en el «Bosque de los Cien Acres».
Winnie the Pooh es un icono para muchas generaciones de niños y uno de los personajes más rentables para Walt Disney, desde que la factoría de sueños comprara los derechos de los cuentos clásicos de su creador, el señor A. A Milne.
Como siempre ocurre en estos temas, cuando un personaje literario adquiere fama, uno suele preguntarse qué hay detrás y de qué manera gestó el autor a ese ser imaginario que a día de hoy, y durante tantas décadas, no ha perdido ni una brizna de su brillo y encanto original. Es aquí cuando se abre el telón de lo supercurioso.
Porque lo que se esconde tras del oso con camiseta roja nos lleva a dos personajes tan interesantes como impactantes: una osa y un niño triste. Te lo explicamos.
Christopher Robin, la historia triste detrás del verdadero Winnie the Pooh
Empecemos por la osa, porque es ella quien lo inició todo, una pequeña criatura entrañable que cruzó un océano y que entabló una amistad muy especial con un niño de ojos soñadores.
Winnie era en realidad Winnipeg, pero el soldado y veterinario que la encontró, Harry Colebourn, acabó acortándole el nombre dado el cariño que le tenía y el tiempo que solían compartir juntos. Esta osa originaria de Canadá entabló una relación muy singular con un contingente de soldados británicos. Era solo una cría, pero estaba sola, era curiosa y en muy poco tiempo, aquellos soldados se encariñaron tanto con ella que decidieron llevarla con ellos de vuelta a Reino Unido. Era casi como un miembro más de sus tropas.
Ahora bien, estábamos en 1914, y los tambores de la Primera Guerra Mundial resonaban en el horizonte, y Harry Colebourn, fue consciente de que no podía llevarla siempre con él. Como buen veterinario le buscó un hogar: el zoológico de Londres. Sabía que era un escenario perfecto para ella, puesto que estaba habituada al contacto humano y aquello le alegraría el corazón. Así fue. Winnie no tardó en convertirse en el animal más querido de Londres.
Unos años después, entra en escena un personaje más: Christopher Robin Milne. Winnie ya es una osa adulta, pero su mirada sabia e íntimamente conectada con el carácter humano, estableció de pronto un vínculo con este niño de poco más de 6 años. Nadie sabe muy bien por qué, pero cada vez que este muchacho iba a visitarla, el animal empezaba a bailar y a dar vueltas para captar su atención, como si deseara arrancarle una sonrisa.
Christopher Milne tenía un oso de peluche en casa al que llamaba Edward, pero cuando conoció a Winnie, le cambió el nombre al instante. Era su mejor amiga. Pero conozcamos un poco más a este niño de ojos tristes.
Es hijo de Alan Alexander Milne, un escritor de obras de teatro de fantasía, de poesía, novelas policíacas y libros infantiles. Su sueño, al igual que el de su mujer, era tener una niña, pero cuando llegó Christopher las cosas cambiaron un poco. Fue bien recibido y querido, pero como gente de buen posición en la sociedad británica delegaban la crianza del niño a las niñeras. Christopher solo veía a sus padres a la hora del té y a la hora de ir a dormir. El resto del tiempo lo pasaban solo o en el colegio.
Podríamos decir que Alan Alexander Milne veía a su hijo como a esa criatura curiosa de la cual, obtener inspiración para escribir libros infantiles. Y el niño era, sin duda, toda una fuente de inspiración. Solo tenía una obsesión: la osa Winnie. La visitaba en el zoo y más tarde recreaba aventuras con ella gracias a su oso de peluche y a otros peluches de animales a los que llamaba Piglet, Tigger, Conejo, Ígor…
La mecha estaba más que encendida y el cerebro del señor Alexander Milne no tardó en perfilar esos cuentos que todo niño conoce a día de hoy conoce. Winnie the Pooh acababa de nacer, y aquellas historias, aquellos cuentos que tenían como protagonista a su propio hijo Christopher Robin, y al resto de compañeros sus imaginarios, fueron todo un éxito.
Ahora bien, estamos seguros de que ya intuirás lo que ocurrió tras esto. La vida de Christopher Robin Milne no fue precisamente fácil. Todo el mundo sabía, incluidos sus compañeros de clase, que aquel niño era él, que aquellas eran sus fantasías, las que su padre escuchaba en su boca viéndolo jugar a escondidas. No importaba que pasaran los años, que Christopher fuera un adolescente, las risas siempre corrían tras su espalda.
Se sabe que Christopher Robin Milne era un chico superdotado, muy hábil en matemáticas e ingeniería. Su vida fue como un tiovivo emocional donde a instantes odiaba profundamente a su padre por lo que consideró una «explotación» en sus años de infancia, por haber expuesto al público sus fantasías, sus amigos imaginarios… Esos que aún llegando a ser un soldado durante la Segunda Guerra Mundial, le acompañaron en su propio regimiento en las burlas de sus compañeros.
Pero más tarde, no podía evitar seguir queriendo a su padre, quien al fin y al cabo, seguía ayudándolo en sus pasos como adulto. No obstante, se sabe que finalmente Christopher Robin Milne con quien mantuvo una relación más turbulenta fue con su madre, con la que acabó rompiendo todo contacto por las siguientes razones:
Christopher Robin Milne se casó con la mujer que amaba, no con la que querían sus padres. Abrió una librería y no siguió con su carrera militar. Y se convirtió en un proteccionista ambiental, luchó por la protección de los bosques al igual que lo hubiera hecho su amiga de la infancia… Winnie.
Como ves, la historia que se esconde detrás de nuestro Winnie the Pooh merecía sin duda ser incluida en nuestro espacio. Si te ha gustado este artículo, no te pierdas tampoco a Tshikko, el perro que parece un león.