Como se suele decir, “situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas” y este caso no iba a ser diferente. Después de décadas contemplando como la temperatura aumentaba enormemente en el Ártico, se baraja una de las acciones más agresivas que se hayan llevado a cabo sobre este área de la tierra. Las declaraciones las ha realizado el investigador líder de la Universidad de Física de Arizona, Steven Desch, al famoso periódico The Guardian. Te contamos en qué consisten.
La radical idea para enfriar el Ártico que ha disparado la polémica
Este pasado 2016 se registraron las temperaturas más altas de los últimos cincuenta años en el Ártico lo cuál ha llevado a los principales investigadores del mundo a apoyar los principios de la ideología de preservación medioambiental. Según las declaraciones de Steven Deasch, “nuestra única estrategia por el momento sería la de decir a la sociedad que deje de consumir combustibles fósiles de una vez”. Así de directo se ha mostrado el investigador jefe que lleva más de una década tratando de dar respuesta a una de las grandes preocupaciones de los colectivos ambientalistas.
Pero en recientes comentarios, Deasch ha aclarado que si bien esta medida preventiva debería estar ya en marcha, “es una buena idea (dejar de consumir combustibles fósiles) pero necesitamos algo más para frenar la desaparición de los glaciares del Ártico”. Y aquí es dónde viene la pintoresca idea. Para enfriar el Ártico se estima que se necesitarían unos 10 millones de bombas eólicas que podrían agregar un metro extra de hielo a la capa actual.
¿Cómo lo harían? La idea sería que estas bombas eólicas enviaran con su fuerza agua hacia la superficie del hielo. Este agua se congelaría y aumentaría el grosor de la capa helada. De este modo, sería más fácil proteger este área contra las temperaturas que van en aumento en todo el planeta año tras año.
Deasch ha concluido, además, que la implementación de este proyecto para enfriar el Ártico podría estar disponible en 2030 ya que, según sus cálculos, cada años se iría añadiendo un metro gracias a dichas bombas eólicas. Eso sí, ya se han planteado los primeros inconvenientes, ya que los 10 millones de bombas eólicas solo conseguirían enfriar un 10% del Ártico. Es decir, si se pretende enfriar el Ártico al completo, se necesitarían 100 millones de bombas eólicas.
Por todo ello, esta propuesta aún no ha sido aceptada completamente debido, en gran medida, a que hay otras alternativas barajadas por organismos tales como la NASA.
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