Mucho se ha hablado de la conveniencia o no de comer carne. Los vegetarianos abogan por una alimentación más sana y de digestión menos pesada para el organismo, por un lado, y por el otro están los omnívoros, los que dicen que el ser humano está diseñado para comer de todo.
Pero desde el punto de vista evolutivo, ¿qué tanto hay de verdad en que la proteína animal influyó decisivamente en el crecimiento de nuestro cerebro?
Cierto o falso: ¿el comer carne nos cambió el cerebro?
Hay posturas encontradas que afirman, unas, que el cerebro humano, desde hace por lo menos 6 millones de años, ha estado evolucionando y creciendo. ¿Por qué 6 millones de años? Se supone que el Orrorin tugenensis, una especie de homínido de tal antigüedad comía carroña, y se tienen registros de que ya el Homo habilis y el Homo rudolfensis consumían carne también de animales muertos, hace 2.5 millones de años. Carne cruda. Otras posturas afirman que el cerebro más bien disminuyó de tamaño, y que la dieta poco tuvo que ver.
Recordemos que los homínidos eran omnívoros, como nosotros, y que la carne era apenas una parte de su dieta; recordemos también que el cerebro es un órgano bastante caro de mantener. Para un hombre adulto, moderno, el cerebro representa un 20% de su gasto energético total de su cuerpo, y al momento de nacer el cerebro puede consumir hasta un 60% de nuestra energía corporal.
En un homínido herbívoro resulta, del mismo modo, oneroso desde el punto de vista energético, mantener intestinos muy largos (lo que es usual en los que no comen carne), y entonces, un cerebro y un sistema digestivo más grandes no suelen darse en un mismo ser viviente. Al sustituir la forma de comer, casi exclusivamente vegetal (rica en celulosa) por otra con carne (rica en proteínas), se permitió el aumento del volumen cerebral y la disminución de la longitud de los intestinos.
Algunos investigadores asocian este cambio dietético al surgimiento natural de la inteligencia, comer carroña hizo posible que se dieran ciertos cambios morfológicos en los homínidos que desembocaron en lo que somos hoy.
Claro que no todos piensan así. El científico Robert D. Martin afirma que durante el Mesolítico –hace 10.000 años–, los humanos presentaban un promedio de encefalización de 1.593 cc en los hombres, y 1.502 cc en las mujeres, contrastando con los hombres actuales, que presentan una media de 1.436 cc, y las mujeres 1.241.
Sin embargo, son cada vez más contundentes las pruebas de que efectivamente el cambio de dieta influyó de manera decisiva en nuestra evolución como especie. Pero no sólo comer carne, sino comer carne cocida. Un equipo de investigadores de Harvard demostró que la carne cocinada proporciona más energía que la cruda, lo que sugiere que los seres humanos están adaptados biológicamente para aprovechar los beneficios de los alimentos cocinados.
Con el manejo del fuego, y el cambio de la dieta, más o menos hace poco menos de un millón de años se produjo un cambio en los humanos: los cuerpos de nuestros ancestros aumentaron de tamaño, y los cerebros crecieron en volumen pero también en complejidad.
Estos cambios no surgieron solamente por un aumento de las proteínas y grasas animales, sino por el hecho de cocinarlas. La hipótesis de los investigadores de Harvard es que comer carne cocida proporcionó a los primeros seres humanos más energía y permitió los cambios evolutivos energéticamente más costosos.
De modo que sí, la carne cambió nuestro cerebro. ¿Tú qué opinas? Lee también sobre estos 4 súper alimentos que producen cambios asquerosos (pero inofensivos) en tu cuerpo.