El hombre, por naturaleza, tiene propensión al intercambio de una cosa por otra, es decir a comerciar e intentar obtener beneficios de lo que produce. Hasta llegar a la situación actual, esta actividad ha pasado por muchas etapas. Te explicamos cómo era el comercio en la antigüedad. Lo más asombroso
El comercio en la antigüedad. Primeros intercambios
El hombre primitivo ya comerciaba y lo hacía para satisfacer sus necesidades básicas y para tender lazos con sus semejantes. Los intercambios se hacían entre tribus a través del trueque, que consistía en cambiar mercancías por otras de valor similar.
Alrededor del 7.000 a.C., con la civilización mesopotámica en pleno apogeo, el comercio en la antigüedad empieza a transformarse y a adquirir importancia. Ríos como el Tigres, el Eufrates y el Nilo, que cada año inundaban las vegas, permitieron que los hombres que allí se habían establecido crearan sistemas económicos propicios para el intercambio. De esto dan fe las tablillas sumerias (en escritura cuneiforme) en las que se da cuenta de cantidades de ganado, de trigo recogido y de negocios hechos. Además, se empieza a notar un pensamiento estratégico: se debe racionalizar el consumo de la cosecha, almacenarla, contarla, dotarla de un precio. Y así, los que más han conseguido guardar no se verán sorprendidos por épocas de carencia y siempre tendrán algo con lo que negociar.
Los fenicios, los creadores de las primeras rutas marítimas
Uno de los pueblos que más hizo por el comercio en la antigüedad es el fenicio. Crearon una gran flota naval y abrieron importantes rutas por el Mediterráneo.
Fueron los mejores constructores de barcos de la época, diseñando veleros que dependían más del viento que de los remeros. Las rutas comerciales de los fenicios empezaban en las costas de Palestina (el actual Líbano, Israel y parte de Turquía) y llegaban hasta Finisterre (el fin de la tierra conocida en esa época). Se convirtieron en poderosos comerciantes de abalorios de oro y plata, ricas telas y ropajes y maderas valiosas. Además establecieron colonias y fundaron poblaciones de las que obtenían lo que necesitaban: cereales y lana de la actual Italia; bronce de Mesopotamia; plata, cobre y estaño de la península Ibérica; y marfil y oro de África.
También en esta época, el comercio empieza a sustituir las mercancías como medio de pago por objetos no perecederos o metales preciosos, que iban tomando formas variadas dependiendo del lugar (ladrillos, arcos, conchas, cuchillos…).
Grecia y Roma, el comercio en la antigüedad se moderniza
El primer síntoma de modernidad del comercio en la antigüedad es la aparición, alrededor del año 600 a.C., de las primeras monedas acuñadas con carácter oficial.
Los griegos vendían sus productos en el ágora o mercado, una plaza pública donde además de comerciar se reunían los ciudadanos para hablar de política. Vendían y compraban todo tipo de granos, aceites, vino, agua, tinajas y vasijas para almacenar lo comprado… y para ello utilizaban el dracma, una moneda de plata acuñada por ellos.
En el caso de Roma, lo más destacado e innovador es que gracias a sus conquistas por todo el continente europeo y el norte de África, se desarrollaron excelentes rutas comerciales, tanto marítimas como terrestres gracias a la construcción de calzadas. En las ciudades se vendían vestidos, calzado, vasos, herramientas, etc. Y en este caso las monedas utilizadas para pagar eran el áureo, el denario o el sestercio.
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