El reformatorio Benoit para chicas cerró hace muy poco. En él, estaban ingresadas 21 chicas, y los gastos actuales de mantenimiento de las instalaciones eran demasiado elevados como para que el servicio siguieran en marcha.
Estamos en Kansas, rodeados de extensímos terrenos de cultivo, graneros, jardines y una casa central tan grande como inquietante.
Fundada en 1890, son muchas las chicas que han pasado por aquí, y aunque cabe decir que a día de hoy decenas de mujeres guardan un buen recuerdo de sus días en el reformatorio de Benoit, otras, en cambio, tuvieron la mala suerte de ser ingresadas en la época más oscura y terrible. Esa, que ha dejado para siempre su estela entre sus paredes, las habitaciones y esos muros donde acontecieron diversas cosas tan oscuras como denunciables.
Hoy en Supercurioso queremos hablarte de ello, en homenaje de esas muchachas, a veces sólo niñas, que llegaron aquí y fueron olvidadas para siempre de la sociedad.
Conoce la triste historia del reformatorio para chicas de Beloit
Beloit fue fundada y financiada por un grupo de personalidades, que además de promover que las mujeres no merecían votar, se organizaban en una entidad conocida como «Christian Temperance Unión». Fue a finales del siglo XIX y hasta la década de los años 30, cuando se experimentaron los momentos más desagradables de esta institución.
En estos años se tenía una visión muy severa y cruel sobre el concepto de la reeducación y la orientación juvenil. Si te preguntas la razón por la que la mayoría de las niñas eran ingresadas en Benoit en esas primeras décadas, estamos seguros de que te vas asombrar:
- La mayoría de muchachas eran de clase baja. Bastaba con que hubieran alzado la voz para que se les considerara violentas o «incorregibles».
- A toda joven que se la descubría bebiendo alcohol en un baile era ingresaba en Benoit al instante.
- Aquellas chicas que mostraban un comportamiento muy abierto en cuanto a coqueteos, insinuación, o que tenían, por lo general, una actitud descarada, eran castigadas con el ingreso en Benoit.
- La última razón es la que más debe alarmarnos y preocuparnos: en este reformatorio llegaban muchas niñas y jóvenes que habían sido violadas. En lugar de castigar al agresor, se consideraba a las muchachas como culpables. No obstante, el simple hecho de ingresarlas suponía también para agresores y familias «librarse del problema» o del escándalo público.
El problema de Benoit era básicamente que quien entraba, era olvidado por la sociedad. Es decir, muchas de la chicas que ingresaban aquí no eran buscadas de nuevo por sus familias. Afortunadamente, llegados los años 70 se prohibió el ingreso de toda joven que hubiera sido agredida: quedaba claro que eran «víctimas» y que lejos de necesitar un reformatorio lo que demandaban era asistencia, defensa y atención personal.
Pero en los inicios de Benoit, casi la mayoría de estas chicas eran, efectivamente, víctimas de sus propios padres, de vecinos o compañeros de clase. No obstante, aún a día de hoy se dice que este reformatorio lo que hizo es «proteger a estas chicas de la sociedad», pero queda claro que esconder no es la solución, dejar en la oscuridad a una chica agredida es desplazarla del mundo y de la oportunidad de rehacer su vida.
Llegados a este punto te estarás preguntando de qué manera «reeducaban» a las muchachas. Estas eran algunas de las técnicas:
- Afeitarles la cabeza
- Provocarles vómitos
- Duchas frías
- Largas jornadas de trabajo en el campo
- Dosis regulares de aceite de ricino y productos «depurativos»
La época más dura llegó entre 1935 y 1936, cuando Lula Coyner, el gerente, emprendió una campaña de esterilización forzada después de haber leído los beneficios de un movimiento llamado «eugenesia». En la mente de esta persona se hendía la terrible filosofía de mejorar la raza humana evitando que las clases inferiores o defectuosas pudieran reproducirse.
Para Coyner, muchas de estas chicas no debían ser madres el día de mañana, eran un mal ejemplo para la sociedad y lo mejor, era esterilizarlas. Durante su estancia en Coyner como gerente, 62 niñas fueron transportadas a un hospital de la prisión de mujeres en Lansing, para extirparles las trompas de Falopio. Contaba con el apoyo de los médicos. Lamentable.
Afortunadamente, con el tiempo la situación fue mejorando y estas prácticas quedaron prohibidas. Fue, como decimos, a lo largo de los años 70 cuando hubo una atención asistencial y reeducativa real, pero lo hecho, marcó para siempre al reformatorio Benoit. Algo que todos sabían pero que no se denunció. Una historia que sin duda, deseamos recuperar para ti en Supercurioso.
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