En 1976 un barco de la marina norteamericana hizo un descubrimiento accidental al levar anclas a 25 millas de Kane’ohe, una isla perteneciente al archipiélago de las Hawái: enredado en el ancla venía un pez desconocido, parecido a un escualo, y que es considerado actualmente por algunos biólogos como el descubrimiento más importante de una especie nueva marina, junto con el del celacanto, hecho en el siglo XX.
¿Conoces al tiburón más extraño del mundo?
El tiburón boquiancho, o de boca ancha, es quizás el tiburón más extraño descubierto hasta ahora; desde su aparición en 1976, hace 40 años, sólo ha sido reportado en otras 60 ocasiones y ha sido filmado un par de veces, aunque parece estar ampliamente distribuido por las aguas oceánicas cálidas de todo el mundo. Ha sido pescado o avistado en Australia, México, las costas de California, Ecuador, Indonesia, Japón, Taiwán, Sudáfrica, Filipinas y Senegal, y pueden verse algunos ejemplares disecados en museos marinos de Japón y Filipinas.
El Pelagios Megachasma, como prefieren llamarlo los científicos, es un tiburón de aguas profundas –se ha reportado en profundidades cercanas a los 800 metros– que puede alcanzar unos 5 metros de largo y que se alimenta principalmente de plancton, medusas, crustáceos y peces pequeños, lo que podría emparentarlo con los otros dos grandes tiburones planctívoros: el tiburón peregrino y el tiburón ballena.
Su forma es realmente extraña, con una cabeza muy grande y desproporcionada respecto al resto del cuerpo, grandes branquias, y una boca con unos labios enormes, con manchas circulares y pequeños órganos luminiscentes que seguramente utiliza como señuelos para atraer a sus pequeñas presas.
Como el peregrino y el tiburón ballena, se cree que es inofensivo para el ser humano, pero todavía se sabe poco de sus hábitos y comportamiento. En 1990 a un boca grande capturado en aguas de California se le colocó un rastreador con el que se le pudo seguir durante unos cuantos días. El tiburón se mantenía durante el día a una profundidad promedio de 160 metros, pero a medida que oscurecía iba ascendiendo lentamente hasta alcanzar profundidades entre los 12 y 25 metros. Los investigadores opinan que este ascenso, que hacía con mucha lentitud, era una manera de alimentarse, siguiendo el movimiento vertical del plancton.
Algunos biólogos consideran que el tiburón boquiancho vendría a ser el último representante de una familia de escualos, extinta hace varios millones de años, con lo que podríamos estar en presencia de un fósil viviente. Debido a sus hábitos no puede saberse cuál es su estado de conservación pero, dada su rareza, habría que tratarlo como a una especie en peligro.
Las profundidades de los océanos quizás aún nos tengan guardadas otras sorpresas, ¿no crees? Para que te des una idea, lee nuestro artículo sobre las terroríficas profundidades oceánicas en la Prehistoria, y datos que debes saber sobre el terrible megalodón.
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