¿Quién no ha llorado en la despedida de ET? ¿O al ver la muerte de Mufasa? ¿O con el hundimiento del Titanic?
Seguramente, la mayoría ha respondido afirmativamente a estas preguntas porque según diversos estudios el 92% de las personas suele emocionarse hasta el punto de llorar durante una película.
Aunque esto es algo natural y beneficioso, también puede ser objeto de burlas sobre todo si te encuentras en la adolescencia y eres hombre. La frase tan estereotipada de “los hombres no lloran” puede haberte provocado más de un problema y que tus amigos te tacharan de débil.
Sin embargo, las investigaciones demuestran que las personas que lloran viendo películas no son débiles, sino todo lo contrario: son más fuertes emocionalmente.
La oxitocina y la empatía
Al llorar viendo una película nuestro cuerpo libera oxitocina, que actúa como neurotransmisor en el cerebro, y nos ayuda a conectarnos con otras personas, en otras palabras, incrementa nuestra empatía.
La empatía es un aspecto fundamental en la inteligencia emocional, que hace que nos pongamos en el lugar de los demás y, de esta forma, nos convertimos en personas más abiertas, alegres y comprensivas ante los problemas de otros.
Esto contribuye a abrir nuestra mente y a saber aconsejar con mayor rigor cuando alguna cosa parecida ocurre en la vida real.
El experimento
Paul J. Zak, un neuroeconomista en Claremont Graduate School y experto de renombre mundial en la oxitocina que él ha bautizado como la «molécula moral”, dirigió un experimento llevado a cabo por uno de sus estudiantes de posgrado, en el que mostraron un vídeo del Hospital Infantil St. Jude en Memphis a los participantes.
La mitad del ellos visualizó una parte del video en el que un padre discute sobre el cáncer cerebral terminal de su joven hijo, Ben, mientras que el resto vio un fragmento donde Ben y su padre visitaron el zoológico.
La parte del video en el que se debatió el cáncer de Ben fue la que más respuesta emocional produjo, evidentemente, y los participantes incrementaron en un 47 por ciento su nivel de oxitocina en la sangre.
Después, se les pidió a todos los participantes que donaran dinero para la caridad, descubriendo que aquellos que habían visto el fragmento emocional eran más propensos a ser generosos porque la oxitocina influyó en su comportamiento volviéndolos más altruistas y empáticos. Además, las personas que decidieron donar dinero estaban más felices que aquellas que no lo hicieron.
“La oxitocina nos hace más sensibles a las señales sociales que nos rodean. En muchas situaciones, las señales sociales nos motivan a participar para ayudar a los demás, sobre todo si la otra persona parece necesitar nuestra ayuda”, afirma Paul J. Zak.
Como puedes ver, llorar viendo una película no nos hace más débiles, al contrario, nos convierte en mejores personas.
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