Independientemente de la fe religiosa bajo la cual vivas, seguro habrás escuchado hablar e incluso visto innumerables imágenes sobre la crucifixión de Jesús. La espantosa escena en la que el profeta de la religión católica es expuesto a una muerte lenta, dolorosa y cruel, es reproducida hasta el cansancio en iglesias, y es justo por ese episodio que la cruz se ha erigido como el principal símbolo de la religión cristiana. Pero, aunque parezca un hecho abominable y atípico, la realidad es que la crucifixión romana no es un asunto que nació y murió con Jesús, sino que estaba constituido como una forma de ejecución ampliamente utilizada tanto en la Antigua Roma como en otras culturas vecinas del Mediterráneo.
Y te contamos algo más abismal aún: la crucifixión romana no quedó totalmente en el pasado. En pleno siglo XXI, algunos países hacen particulares interpretaciones de la Sharia o Ley Islámica, lo que lleva a que en el código penal de Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Sudán del Norte, aún este contemplada la crucifixión como un mecanismo válido de tortura y ejecución. Aunque insólita, esta barbarie aún no se sepulta en el pasado. Hoy en Supercurioso nos hemos animado a ir a las bases de la crucifixión romana y revelarte todo sobre este espantoso acto que destaca entre los peores métodos de ejecución de la historia. ¿Nos acompañas?
El origen de la crucifixión romana
Si bien la crucifixión de Jesús ha sido la más difundida y reproducida de la historia, la realidad es el origen de este espantoso método lo encontramos en épocas más antiguas. Los historiadores creen que las primeras crucifixiones de la historia ocurrieron en Asiria, a partir del empalamiento que practicaban. De allí el método se extendería hasta Persia y luego sería copiado por Alejandro Magno. Pero serían los fenicios cartagineses quienes introdujeron la crucifixión en Roma en el siglo III a.C., durante las guerras púnicas.
Si bien la crucifixión romana es la que todos conocemos, este método fue practicado ampliamente por persas, griegos e incluso japoneses. Estos últimos acostumbraban a crucificar a personas antes y durante el shogunato Tokugawa, y se llamaba haritsuke. El reo era atado a una cruz en forma de T y al final terminaban la ejecución clavándole lanzas. Se dejaba el cuerpo durante un tiempo antes de enterrarlo.
Los castigos y la crucifixión romana: ¿A quién se aplicaban?
Ahora bien, en Roma, antes de la crucifixión de Jesús, se gestarían otros cientos de métodos de castigos. Antes de la república, lo usual en el Imperio Romano era castigar a los delincuentes, atándolos a un árbol y azotándolos hasta su muerte. Hay quienes creen que la costumbre de la crucifixión romana se desarrolló a partir de la práctica del arbori suspendere (colgar al reo de un arbor infelix, o árbol infortunado), pero ha sido extensamente refutada por expertos historiadores. De acuerdo con éstos, los romanos en efecto tomaron la crucifixión de los cartagineses. Era aplicada a esclavos y luego a libertos de las provincias, a rebeldes, piratas, criminales y enemigos odiados. Lo que era una constante es que la víctima siempre provenía de un bajo estatus social.
La crucifixión romana no distinguía de sexo. Podían ser sometidos a esta tortura hombres y mujeres por igual. Si se trataba de personas con cierto nivel social que hubiesen caído en la desgracia de una condena a muerte, eran decapitados. Pero los que sufrieron la misma suerte de la crucifixión de Jesús, se enfrentaban a un panorama mucho más terrible. Eran obligados a desnudarse por completo, siendo sometidos al escarnio y la humillación pública. La crucifixión romana no solo perseguía matar, sino que también mutilaba, deshonraba y humillaba al condenado. Quienes eran crucificados se quedaban allí, totalmente expuestos y desnudos, y no eran enterrados.
Casos célebres de crucifixión en la historia
Sin duda que el más célebre de todos los casos fue la crucifixión de Jesús, pero antes de ella, algunos episodios resultaron realmente aterradores. La crucifixión romana masiva más notable fue a causa de la revuelta de Espartaco, en el año 73 a.C. En el episodio fue derrotado junto con sus hombres. A los sobrevivientes, más de seis mil esclavos, los crucificaron a lo largo de la Vía Appia, el camino entre Roma y Capua.
Otra de las grandes crucifixiones de la historia es la registrada por Heródoto, en la rebelión de Babilonia contra el Rey Darío I, que gobernó entre los años 522 al 486 a.C. Lo que cuenta es que, tras el largo sitio a la ciudad por parte de los persas –19 meses–, éstos rompieron las defensas y tomaron por asalto Babilonia. Darío derribó todas sus puertas y aunque la ciudad fue devuelta a los babilonios, el rey persa, para demostrar que no sería tolerada una revuelta más, crucificó a tres mil babilonios de más alto rango.
Por otro lado, cuando Alejandro Magno capturó la ciudad fenicia de Tiro, en el año 322 a.C., ordenó la crucifixión de dos mil hombres, los cuales fueron exhibidos a lo largo de la playa. Pero también se cree que mandó a crucificar al médico que no pudo salvar a su amigo Hefestión, y a Calístenes, su biógrafo, historiador personal y sobrino de su maestro Aristóteles, por estar en contra de adoptar la ceremonia persa de adoración real. Otro dato sobre el alcance de la crucifixión romana, es que en la ciudad de Cartago Nova, la misma crucifixión de Jesús se estableció como ejecución aplicada a los generales que sufrían una gran derrota.
¿Cómo muere un crucificado?
La crucifixión romana es uno de los más crueles y abominables métodos de ejecución que han existido a lo largo de la historia. En él, la víctima muere de forma lenta y dolorosa, en un proceso que puede ir desde algunas horas hasta varios días. El proceso solía involucrar varias etapas. El reo usualmente era azotado y obligado a cargar una de las estacas en las que luego sería clavado. Si bien la crucifixión de Jesús muestra sus heridas en las palmas de las manos, los historiadores defienden que las víctimas eran clavadas desde las muñecas, entre el radio y el cúbito. Solían, antes de elevar a los condenados en la cruz, quebrarles las piernas para acelerar el proceso de su muerte, que podía ocurrir porque el corazón no aguantase el dolor y se detuviese, o por asfixia.
El hecho es que la crucifixión romana pretendía generar el mayor cúmulo de sufrimiento y dolor posible en la víctima, así como amedrentar a la población sobre las acciones que hayan conducido al condenado a esta espantosa muerte. La crucifixión romana fue abolida por el emperador Constantino en el año 337, pero su sombrío recuerdo seguirá llenando las más oscuras páginas de la historia.
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