En Supercurioso te contamos una vez lo malo para la salud que es hacer la cama, ¿también hacían la cama en la época medieval? Descubramos algunas curiosidades de este mueble tan cotidiano en la Edad Oscura.
¿Sabías que si alguien te invitaba a compartir la cama, en plena Edad Media, era un gesto de deferencia y un honor?
Pues sí, y para ahorrar espacio en una cama dormían hasta ocho personas. En invierno resultaba de lo más cálido, ya que los cuerpos generaban el calor necesario en las habitaciones. Y, por supuesto, las camas eran inmensas.
Los colchones primitivos
Al principio, los europeos dormían sobre montones de paja y hojas diversas. Luego, la creatividad ayudó a diseñar burdas fundas, hechas generalmente de lino, donde igualmente metían hojarasca, telas o pajas, pero las enfermedades que podían acumularse eran tantas, que debían airear, sacudir y cambiar los rellenos con demasiada frecuencia.
Como estos rellenos eran orgánicos, se pudrían con mucha facilidad y eran el hogar favorito de chinches, pulgas y piojos. Si no los ventilaban con frecuencia, se convertían en una pesadilla. Hay noticias de que los médicos recomendaban colocar ajo en estos colchones como repelente de insectos. Imaginaos el olor y la escena.
Solían forrarse también con telas gruesas de estopa y sobre estas se colocaban sábanas de lino, que denominaban cubiertas. Usaban mantas delgadas para cubrirse y almohadas primitivas, forradas en lino. Para dormir se envolvían completamente en estas mantas, como se hace con los bebés.
El origen del cabecero
Para la austeridad británica, sajona, un cabecero designaba tan sólo el lugar del suelo donde alguien se echaba, literalmente, a dormir. Eran tan rigurosos que consideraban que dormir sobre algo suave volvía afeminados a los hombres y debilitaba el carácter. Por lo que es natural pensar que no fue en las islas británicas donde se desarrolló la cama como la conocemos, con todas sus comodidades.
Las camas constituían parte esencial del mobiliario de la Edad Media, junto con arcones para guardar los enseres domésticos y mesas para comer. Como asiento eran suficientes los escaños o bancos de madera.
La cama como símbolo de riqueza
Al pasar del tiempo, las camas se convirtieron en la manera de demostrar el nivel social que se tenía y comenzaron a adornarlas con rebuscados diseños, incluyendo la heráldica de quien dormía en ella.
En los palacios se empezaron a utilizar cortinas para lograr intimidad dentro del lecho.
A partir del siglo XIII las camas de madera presentaban artísticos diseños de pintura y escultura y lo que sostenía el colchón, a modo de jergón inicial, eran correas de cuero.
Como hemos mencionado antes, eran realmente enormes. En los casos de los palacios, hay relatos en que los príncipes hacían que sus criados tocaran con una vara el colchón para asegurarse de que no hubiese nadie escondido. En el caso de la gente del pueblo, una de estas camas servía para toda la familia.
Como dato curioso, la cama se convirtió en el espacio de la socialización: parece que era habitual que el señor durmiera con sus siervos y la señora con sus doncellas. Si eras invitado a una de estas casas, como deferencia, te abrían sitio para que durmieras con todos los honores… y con toda la familia.
Poco a poco dejaron de envolverse en mantas, dejando caer la cubierta sobre los cuerpos, y se usaban pieles gruesas como abrigo. Se comenzaron a utilizar por la misma época unas finas colchonetas rellenas de plumas, parecidos a las nórdicas actuales.
La cama se hizo paulatinamente más pequeña, donde cabía menos gente, hasta llegar a las modernas, matrimoniales e individuales.
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