Cuentan que un maestre de la orden de Avis, de donde surgió la segunda dinastía real de Portugal (1385-1580), pidió a Dios un idioma que les permitiera entender a los castellanos, pero que los castellanos no los entendiesen a ellos, y les dio el portugués.
Se trata de un chiste que podría remontarse al siglo XIV, y muestra la íntima relación del español y el portugués, lenguas ibéricas hermanas, hijas del latín, pero como muchas hermanas, no siempre amigas.
El tercer hermano
“La última flor del lacio”, como el español, es resultado de múltiples influencias, entre las que destacan el árabe y el celta, que ayudaron a conformar el galaico-portugués, que se hablaba tanto en Galicia como en la futura Portugal. Hoy en día sobreviven más vocablos de origen árabe en portugués –unos 4.000– que en español. El gallego se separó del portugués en el siglo XIV, pero siguen siendo muy parecidos.
Semejanzas que diferencian
La cercanía entre las dos principales lenguas ibéricas tiende a producir errores de sentido o de transcripción, de los que te daremos aquí algunos ejemplos.
Palabras similares pueden tener significados distintos y hasta opuestos, como cuando se habla de un gosto esquisito: están diciendo que algo es desagradable, malo; un borracheiro no es un bebedor ebrio sino un vendedor de neumáticos; goleiro no es goleador, sino portero; un pedestre no es una persona vulgar, es sólo un peatón; barata nada tiene que ver con economía, pues así llaman a las cucarachas; y mala no es un adjetivo que indica calidad, sino es como se dice maleta.
Otra cosa notable en la relación de ambos idiomas son los cambios de género en palabras con un origen común, como son los casos de a dor (el dolor), a ponte (el puente) a viagem, a homenagem y a voltagem (los cinco son sustantivos femeninos en portugués, y en español todos masculinos).
Por otro lado, son de género masculino palabras como costume (costumbre), samba o antitetánico, aunque es menos frecuente esta inversión.
Las diferencias entre el portugués de Portugal y el de Brasil son mayores que entre el español de España y el de América. Esto se debe a la gran cantidad de aportes en vocablos y ritmos de las lenguas indígenas y africanas.
Es bastante común que no se entiendan completamente, pues aparte de las diferencias de vocablos, muchas veces los acentos y la pronunciación hacen parecer el portugués de Portugal, el de Brasil o el de Mozambique como idiomas distintos. El portugués hablado en América es más musical, más suave. La “saudade” es más pronunciada. El brasileño es notablemente más dado a hablar en diminutivo, por ejemplo, y por eso son tan comunes los nombres y palabras terminadas en “inho” o «inha»: bonitinho, pequeninho, musiquinha…
En 1991 los países de habla portuguesa firmaron un acuerdo para unificar la ortografía, sin embargo no es inusual continuar viendo un mismo libro con una edición para Portugal y otra para Brasil. Curioso, ¿no?
Finalmente, y a pesar de su gran riqueza literaria, con autores de talla mundial como Fernando Pessoa, Mário de Andrade, Jorge Amado o Guimarães Rosas, y de contar con unos 250 millones de hablantes, sólo ha habido un premio Nobel de Literatura en este idioma, el portugués José Saramago.
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