Barbara era la niña prodigio de la literatura. A los cuatro años ya escribía poemas bellamente estructurados con la guía de su padre Wilson Follett, crítico y editor. Cuando alcanzó los 12, en 1927, publicó su primera novela, La Casa sin Ventanas; una joya literaria que recibía elogios de los críticos más agudos de Estados Unidos, entre ellos, del New York Times y Eleanor Farjeon, una escritora inglesa de libros infantiles, que no supo cómo definir aquella obra sino como un “milagro”.
A sus escasos años de vida, la fama y el respeto de los grandes le acompañaban. Y los amantes de las letras aclamaban por leer más de Barbara Newhall Follett, pero la obra de la joven promesa del arte literario fue demasiado corta. Desapareció a los 25 años y de ella no se volvió a saber jamás.
La niña prodigio de la literatura desapareció a los 25 años: Barbara Newhall Follett. ¿La conocías?
La historia de Barbara Newhall Follett tuvo un inicio emocionante, pero una sucesión de hechos tristes la hicieron desaparecer sin dejar rastro.
La genio novelista nació en 1914, en Brooklyn, Massachusetts, y desde muy pequeña descubrió su gran pasión por las letras. A los tres años, acostumbraba a visitar a su papá en la oficina para escuchar el sonar de la máquina de escribir. Ella era única, mientras que otros niños se interesaban por los juegos y las travesuras naturales de esta etapa de la vida, a Barbara Newhall Follett le obsesionaban los escritos, las pilas de hojas y los libros… este rincón de su hogar era como un parque de distracciones para ella. Desde luego, Wilson Follett estaba más que encantado de compartir su afición por la escritura con su retoño. El Follett padre quería enseñárselo todo, así que la madre de Barbara la educó en casa para cultivar más a fondo su creatividad.
Empezó creando poemas y cuentos como La Vida de la Rueda Giratoria, El Caballo Mecedora y el Conejo. De su mente brillante nació también un nuevo lenguaje al que llamó “Farksolia” con el que se comunicaban los personajes de su mundo imaginario.
Con estas pequeñas historias escaló a La Casa sin Ventanas, un relato de 40 mil palabras sobre una niña que huyó de la soledad para encontrar compañía en los animales del bosque. A los 14 años, se dio a conocer su segundo libro, La Travesía del Norman D, que recibió tan maravillosas críticas como el primero. Barbara Newhall Follett parecía vivir un cuento de hadas donde los méritos llegaban deprisa, sin embargo, las vicisitudes tampoco demoraron en llegar.
El tren de las decepciones llegó cuando Wilson Follett se separó de la madre de Barbara para irse con una mujer mucho más joven, durante una crisis de mediana edad. Ambas, madre e hija, decidieron huir de la realidad para recomponer sus corazones rotos navegando alrededor del mundo. En sus visitas, escribían sobre los nuevos descubrimientos y anécdotas que les deparaba cada lugar que visitaban. Todo era emocionante en ese entonces. No obstante, al retornar a Nueva York, les tocó despertar abruptamente de aquella aventura… las Follett habían perdido todo su dinero.
Con la familia totalmente arruinada, Barbara tuvo que olvidar sus sueños de ser escritora para poder sobrevivir. Dejó a un lado los cuentos, los libros y, en definitiva, su pasión, para trabajar como secretaria. Se sentía muy desgraciada ejerciendo de oficinista, hasta que conoció a Nickerson Rogers, el hombre que la salvó de la pena y le devolvió la esperanza de vivir… Al menos por un tiempo.
Nickerson y Barbara se enamoraron y disfrutaron del frenesí de su romance viajando por toda Europa, algo que a la joven escritora le fascinaba hacer además de escribir. En 1934 regresaron a Brooklyn y se casaron. La pareja fue feliz al comienzo, pero la relación comenzó a quebrarse con el tiempo, y en 1939, después de que mantuvieran una fuerte discusión, Barbara abandonó su domicilio, con solo 30 dólares y una libreta.
¿A dónde se había ido? Nadie lo sabía. Los medios se enteraron sobre lo ocurrido 25 años más tarde con la publicación de un libro de la madre de la niña prodigio, pues Nickerson había denunciado su desaparición con un apellido poco familiar para sus seguidores, el de casada, de modo que despistó a los periodistas.
Durante todos esos años, su familia vivió la angustia de no saber sobre la suerte de la chica. Incluso su padre, a quien nunca volvió a hablar, trató de contactar con ella mediante una carta que hizo pública en The Atlantic, sin recibir respuesta alguna.
¿Llegó a la vejez? ¿Siguió escribiendo con otra identidad en un lugar lejano? ¿O decidió rendirse y abandonó su vida? El medio sobrino de Barbara, Stefan Cooke, responde a esto:
«Tal vez nunca sabremos lo que le pasó. Afortunadamente dejó su tesoro de cartas, cuentos, poemas, Farksoo (su lenguaje inventado), su novela soberbia, Isla Perdida, y su voz suena fuerte y clara.”
Cooke, con todo este material, ha publicado un libro del que da constancia en el portal web de la organización Farksolia, con el que espera mantener la memoria de esta mujer que poseía un don como pocos y cuyo final está lleno de incógnitas.
¿Qué crees que le haya ocurrido a Barbara Newhall Follett ? ¡Cuéntanos!
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