El ser humano está condicionado biológicamente para rendir más durante el día y, cuando llega la noche, reducir al máximo su actividad. Esto lo propician los biorritmos y la presencia de luz natural.
Aunque existen personas denominadas gallo y otras búho, por su diferente capacidad de rendir más durante el día o la noche, la realidad es que el organismo está diseñado para descansar durante la noche, de ahí que cuando llegan estas horas, a la mayoría de humanos les entre un deseo irreprimble por dormir.
El proceso es el siguiente: los ojos se van cerrando, los párpados van cayendo, los músculos se relajan y la consciencia se va apagando poco a poco. Sin embargo, la realidad es que la inactividad es solo parcial, pues el cerebro sigue trabajando activamente. El cerebro nunca descansa, incluso cuando soñamos, de hecho los sueños son la demostración de la actividad cerebral.
No obstante, el organismo necesita que la mente desconecte de algún modo para recargar fuerzas de cara a la siguiente jornada. El sueño es, según muchos investigadores, una práctica inconsciente muy positiva para el organismo humano. La científica Isabel de Andrés, experta en sueño y catedrática del Departamento de Neuroanatomía de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid afirma que ya está socialmente aceptado que el sueño está al servicio de muchas funciones biológicas no necesariamente conectadas entre sí, además de las funciones cerebrales.
El sueño, diferenciar entre información relevante y ruido
De manera tradicional, se ha relacionado el sueño con la consolidación de la memoria. Incluso una pequeña siesta ayuda a recordar mejor. Hasta hace poco se creá que durante el suelo se fortalecían las conexiones implicadas en el almacenamiento de recuerdos recientes.
Sin embargo, una nueva teoría mantiene que durante la noche, las conexiones entre las neuronas se debilitan y de esta forma el cerebro no se satura de la experiencia diaria. Mediante este «reseteado» nocturno, el cerebro puede almacenar nueva información para el día siguiente.
Los científicos Giulio Tononi y Chiara Cirelli, de la Universidad de Wisconsin-Madison afirman que esto es posible durante el sueño, por la reducción del número de sinapsis, conexiones entre neuronas, y no lo es durante el día, pues casi todo lo que ocurre queda reflejado en esas conexiones neuronales.
El sueño como agente limpiador del cerebro
Otro aspecto interesante del sueño y del acto de dormir es que actúa como agente limpiador del sistema nervioso. Al igual que ocurre en las ciudades, el funcionamiento celular genera sustancias de desecho, que en el organismo se acumulan en el espacio extracelular.
La Universidad de Rochester, a través de un completo estudio publicado en Science, afirma que esa recogida y reciclado de sustancias de desecho se lleva a cabo durante la noche, cuando dormimos.
Esta eliminación puntual desustancias de desecho en el cerebro es clave para evitar, por ejemplo, la enfermedad del Alzheimer, pues esta patología está relacionada con la acumulación de una proteína tóxica, la beta-amiloide.
Dormir y descansar, las diferencias
Con relación a este tema, se confunde ocasionalmente dormir con descansar, cuando no es lo mismo. El ser humano puede dormir sin descansar y descansar sin dormir.
Descansar es reducir la actividad física y neuronal y con ello reponer las energías que se han gastado durante el día, de modo que podemos descansar física y mentalmente, por ejemplo, sentados en el sofá, leyendo un libro o no haciendo nada.
Cuando hablamos de descansar durante el sueño es fundamental sentirnos cómodos, hacerlo sobre colchones que de verdad ofrezcan una sensación agradable. En internet podemos encontrar colchones para un sueño reparador, colchones online testados con los que alcanzar ese objetivo tan perseguido, un descanso placentero.
Dormir y el sueño son actividades que, si resultan completas, alcanzan un efecto más positivo que simplemente descansar, que es algo absolutamente necesario para nuestro organismo.
Cuando dormimos, si lo hacemos de manera placentera, el nivel de actividad cerebral se reduce, sirviendo esto como impulso para encarar con mayor energía la siguiente jornada. En el caso del descanso, esto puede producirse de manera consciente, activa, estando despiertos, y dar lugar al descanso emocional, descanso sensorial o descanso mental, todos ellos estados necesarios para encontrar la calma.