El descubrimiento de los antibióticos revolucionó la medicina y dio a millones de personas la oportunidad de acceder a vidas de más larga y de mayor calidad, combatiendo infecciones y enfermedades que mataban regularmente en cantidades extraordinarias. Sin embargo, nos hemos acostumbrado a ellos y encontrar nuevos antibióticos ha probado ser un gran reto.
El reto de encontrar nuevos antibióticos en esta era moderna
Hace casi 90 años, el médico escocés Alexander Fleming regresó de vacaciones y se sorprendió al hallar Penicillium en placas de Petri que había dejado en su laboratorio, ubicado en el sótano del Hospital St. Mary’s de Londres.
Para la década de 1950, que es considerada la edad de oro del descubrimiento de antibióticos, una serie de nuevas medicinas habían sido encontradas, para el beneficio colectivo de la humanidad.
Ahora, en la actualidad, los científicos están buscando nuevos y más impactantes avances, probando microbios en fuentes tan diversas como suelo, cuevas y sangre de dragón de Komodo, así como desarrollando nuevas drogas sintéticas hechas en laboratorio.
Sin embargo, a pesar de estos notables avances, nos estamos quedando sin antibióticos efectivos, los medicamentos que combaten las infecciones y que son esenciales para la gran mayoría de los procedimientos médicos, desde el trasplante de órganos hasta el tratamiento de la intoxicación alimentaria.
Las bacterias mortales resistentes a la penicilina, o la os más de 100 antibióticos diferentes desde que se desarrollaron, ya están matando a 700.000 personas cada año. Si no se hace nada, el peaje global podría aumentar a 10 millones por año para el 2050.
Ante este problema tan grave e inminente, ¿por qué ha resultado tan difícil encontrar los nuevos antibióticos que tanto necesitamos en esta era de increíbles esfuerzos y avances médicos y científicos?
Esto se debe en parte al desafío científico y en parte en la economía quebrada del trabajo de investigación y desarrollo.
Incluso Fleming pasó por un largo período de investigación y colaboración antes de que en la década de 1940, la penicilina se convirtiera en el primer antibiótico del mundo.
Y el mismo Fleming advirtió desde los primeros días que las bacterias podrían volverse resistentes a estas nuevas medicinas.
Todos los microorganismos evolucionan y aquellos que desarrollan defensas contra los antibióticos sobreviven, mientras que los indefensos mueren. Cuantos más antibióticos usemos, más rápido se vuelve el proceso de desarrollo de resistencia de las bacterias.
El resultado del mal uso y el uso excesivo de los antibióticos, en la salud humana y animal, es una carrera continua para mantenerse por delante de las superbacterias. El largo proceso que debe cumplir una sustancia antes de ser aprobada para consumo humano, propone un obstáculo de tiempo que representa una desventaja en esta carrera.
Por otra parte, entra en juego el factor económico. Los antibióticos no solo son complejos de desarrollar, los productos nuevos más innovadores tampoco pueden venderse libremente.
En cambio, deben reservarse para casos graves, como es el caso de la colistina, el «medicamento de último recurso» y esto no representa una oportunidad de inversión atractiva. Por eso, en los últimos 30 años las compañías farmacéuticas han disminuido significativamente su trabajo desarrollando nuevas terapias antibacterianas y como resultado, no se han inventado nuevas clases de antibióticos durante décadas.
¿Qué te parece? ¿Conocías esta situación?