Al final de la Edad Media, los juicios por combate eran algo inusual, pero estaban amparados por la ley y fueron practicados hasta el Renacimiento. Solo los clérigos estaban exentos de participar por lo que incluso las mujeres debían luchar y en ocasiones eran sus propios esposos sus contrincantes. En Alemania existieron casos de duelos maritales descritos en ilustraciones y documentos de la época. Descúbrelos.
Con duelos maritales se resolvían las disputas domésticas en la Alemania medieval
El Juicio por combate, contemplado en la Ley Germánica, era utilizado para resolver acusaciones cuando no había testigos o una confesión y al ganador de la pelea se le daba la razón. Basicamente, era un duelo judicialmente sancionado.
Con sus raíces en la ley tribal germánica, las diversas leyes regionales del Imperio franco prescribían diferentes detalles, como el equipamiento y las reglas del combate judicial.
Una de las formas de duelo judicial eran los llamados duelos maritales en los que un esposo y una esposa resolvían físicamente las disputas domésticas.
Para igualar las oportunidades, consideraron pertinente ordenar a los maridos que lucharan mientras estaban confinados en un pozo poco profundo con un brazo atado a su cuerpo.
De acuerdo con las reglas de los duelos maritales los participantes debían usar vestimenta especial. Por lo general, se requería que los esposos y las esposas compitieran con un traje ceñido con capucha, según se describe en el manual de lucha del siglo XV escrito por Hans Talhoffer.
Otra forma de vestimenta para una mujer era una camisa larga especial con una manga cerrada en forma de saco en la que se colocaba una piedra, de acuerdo a lo representado en el Manual de lucha del siglo XIV, escrito por Paulus Kal.
De esta manera, en algunas regiones de la Europa medieval, a una esposa se le podría permitir pelear contra su marido, imponiéndose condiciones rigurosas para que el duelo fuera justo.
Toda esta información se recoge de los manuales antes mencionados y en algunos testimonios escritos sobre tales combates. En el año 1200 un hombre y su esposa lucharon bajo la sanción de las autoridades cívicas en Bale, en Suiza. En 1228, una mujer luchó contra su marido en Berna, Suiza, y lo derrotó.
La ley alemana estipulaba que el hombre debía estar armado con tres palos de madera. Además, tenía que meterse hasta la cintura en un agujero de casi un metro de ancho excavado en el suelo, con una mano atada a la espalda.
La mujer iba armada con tres rocas, cada una con un peso de entre uno y dos kilos, cada una envuelta en tela en forma de un pequeño saco. El hombre no podía abandonar su agujero, pero la mujer era libre de correr por el borde del pozo. Si el hombre tocaba el borde del hoyo con su mano o su brazo, tenía que entregar uno de sus palos a los jueces. Si la mujer lo golpeaba con una piedra mientras lo hacía, perdía una de sus piedras.
Para nosotros en la actualidad puede sonar como un espectáculo bizarro, pero en esa época se trataba de un asunto muy serio. A principios de la Era Medieval, para ambas partes, la pena por la derrota podría ser la muerte. Si la mujer ganaba, el hombre era ejecutado; si el hombre ganaba, la mujer era enterrada viva. Más tarde, los términos empezaron a suavizarse, pero el riesgo era bastante alto.
¿Qué te parece? ¿Conocías esta antigua costumbre? ¡Es alucinante!
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