Cuando hablamos de las familias más sanguinarias de la historia no lo hicimos de la familia Puccio, el Clan, que 30 años más tarde continúa asustando en Argentina. Hoy vamos a acercarnos a una familia liderada por el patriarca, Arquímedes Puccio, que junto a sus hijos y a algún secuaz más secuestró a cuatro personas -asesinó a tres rehenes- entre 1982 y 1985; aunque la policía sospecha que pudo haber alguna más.
Las víctimas
Su primera víctima fue Ricardo Manoukain, un joven de 23 años amigo de Alejandro, uno de los hijos de Arquímedes Puccio. Desapaerció el 22 de julio de 1982, y pese a que su familia pagó un rescate de 250.000 dólares Manoukian moría asesinado víctima de tres disparos en la cabeza. La siguiente víctima fue Eduardo Alet, que jugaba a rugby con Alejandro (Puccio incluso jugó en los Pumas, la selección nacional). Pese a pagar un rescate de 150.000 dólares, la familia de Aulet no recuperó el cadáver de Eduardo hasta cuatro años más tarde.
Llegamos a junio de 1984, cuando Emilio Naum baja de su vehículo al ver a su amigo Arquímedes haciéndole señas. Sin embargo, Arquímedes lo intenta secuestrar. Cuando Naum se da cuenta de lo que pasa, se resiste y finalmente el jefe de El Clan le dispara. La cuarta y última víctima fue Nélida Bollini de Prado, una empresaria que supuso el fin de El Clan. Tras más de un mes secuestrada en el sótano de los Puccio, la policía irrumpió en agosto de 1985 cuando casi toda la familia se dirigía a cobrar el rescate. Solo Alejandro y su novia estaban en casa, y el hijo de Arquímedes fue detenido.
¿Qué fue de los Puccio?
Sus amigos nunca sospecharon que los Puccio fueran una de las sagas de asesinos más importantes de América Latina, y Arquímedes y Alejandro siempre negaron cualquier relación con los asesinatos. Sin embargo, acabaron en la cárcel. El patriarca fue condenado a cadena perpetua, pero en 2008 se benefició de la ley 2×1 y salió de prisión. Se fue a vivir a casa de un pastor evangelista, pero cinco años después murió por un accidente cerebrovascular. Está enterrado en una fosa común.
Un camino parecido siguió Alejandro. En 1997 salió de la cárcel gracias a la ley 2×1, pero volvió debido a errores en el proceso. Finalmente murió en 2008 tras varios intentos de suicidio. Uno de los casos más rocambolescos fue el de Daniel Puccio, “Maguila”, que en 2013 regresó para recoger el documento donde consta que la causa ha prescrito y está libre de culpa. Nunca fue juzgado, y se cree que entre 1985 y 2013 vivió refugiado en Nueva Zelanda o Brasil, país en el que dicen que aún vive, trabajando en algo relacionado con el rugby.
De Guillermo, el tercer hijo, nunca se esclareció su relación con los hechos. Estaba en el extranjero cuando se destapó el caso, no se sabe si huido, y allí sigue. Silvia, una de las hijas, murió de cáncer en 2011 y en Argentina solo quedan Epifanía Calvo y Silvia, la hija menor (tenía 13 años en 1985) que cambió su apellido. De Epifanía, la mujer de Arquímedes y madre de los cinco hijos, se dice que vive en Buenos Aires, prácticamente en secreto, y ronda los 90 años.
La casa
Precisamente Epifanía exigió una cláusula a los nuevos dueños de la casa para que nadie pueda sacar fotos. La casa Puccio, en cuyo sótano estaban las víctimas secuestradas, ha pasado abandonada tres décadas hasta que dos diseñadores decidieron instalar allí un taller de serigrafía. La casa, casi en ruinas, aún es propuedad de Epifania. Ahora, Argentina recuerda los horrores de El Clan. En el 30 aniversario de su fin se ha estrenado una película sobre ellos, se prepara una serie y su casa, por fin, tiene nuevos inquilinos.