El descubrimiento de Troya se debió al empeño de un rico comerciante y empresario Heinrich Schliemann. Hoy en Supercurioso queremos rendirle un homenaje a través de este artículo. Y es que los descubrimientos son todo un clásico en Supercurioso, como te demostramos en otra ocasión, cuando te hablamos del sorprendente descubrimiento de los Guerreros de Xian.
El Descubrimiento de Troya
Heinrich Schlieman dedicó 20 años de su vida al descubrimiento de la mítica Troya, considerada en aquel momento una ciudad inventada por Homero, Heinrich se afanó en demostrar que la ciudad había existido de verdad; contaba con 44 años cuando comenzó las excavaciones y se dedicó por entero hasta su muerte. Para ello sólo disponía de su fortuna, la obra de Homero y su esposa griega Sophia Engastromenos; y es que Heinrich decidió abandonar a su primera esposa e hijos para embarcarse en una aventura con alguien que lo comprendiera y lo abandonara todo por acompañarle en su aventura, esta fue Sophie.
En 1870 emprendió las excavaciones en la colina de Hirsarlik y tras 3 años de duro trabajo con la ayuda de 80 trabajadores y un arqueólgo aficionado, Frank Calvert, descubrió 8.000 objetos de oro que él se apresuró a llamar «El tesoro de Príamo», el legendario rey de Troya. El tesoro contenía un escudo de bronce, una botella de oro labrado, copas y vasos de plata, 6 brazaletes de oro, entre otras muchas piezas. Su mujer Sophie se fotografió con algunas de las joyas encontradas con una mítica foto que ya es historia.
En aquel momento la comunidad científica no le creyó y lo acusaron de haber comprado los objetos en mercadillos turcos y griegos. Hoy en día nadie duda de que el tesoro era auténtico pero no de la época del rey de Príamo como creía Schliemann, sino 1.000 años más antiguos. Además afirman que en esta colina hay hasta 9 estratos diferentes, algunos destruidos durante las excavaciones de Schliemann; entre ellos también se encuentra el de la Troya homérica, la Troya VI.
Schliemann tuvo que sacar el tesoro ilegalmente de Turquía hacia Grecia. Algo que le llevó a un juicio con los turcos, si Schliemann pagaba 10.000 francos de oro al Museo de Constantinopla, podía conservar su tesoro. Schliemann pagó 50.000 y cedió algunas piezas al museo. También prometió que tras su muerte cedería todo el tesoro a Grecia, a cambio de tener todo lo que descubriera hasta su muerte en territorio griego, pero las autoridades se negaron.
En 1879 donó el tesoro al museo de Artes y Oficios de Berlín y luego pasó al nuevo Museo Etnológico. Durante la toma de Berlín por el ejército soviético el tesoro desapareció y se creía que las piezas habían sido fundidas o que se habían perdido pero en 1993 se confirmó que el tesoro se hallaba en el Museo Pushkin de Moscú, lugar al que se llevó en 1945 como botín de guerra. Las joyas se exhiben en una sala de este Museo, aunque los alemanes siguen reclamando a los rusos el tesoro.
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