Según su definición, un «tabú» es una conducta moralmente inaceptable ya sea por una sociedad, un grupo humano o una religión. El incesto es un tabú sexual que se encuentra presente en la mayoría de sociedades. En general los tabús suelen ser de carácter alimentario, de comportamiento o relacionado con el lenguaje. Acompáñanos en Supercurioso a conocer qué es el llamado Efecto Westermarck, que para muchos es la explicación del Tabú del Incesto.
El Efecto Westermarck: La explicación psicológica del Tabú del Incesto
Aunque nos parezca extraño, no todas las sociedades contemplaron el incesto como un tabú cuando se trataba de sus gobernantes. Por el hecho de creer que la procedencia de reyes y reinas era divino y con el fin de preservar esa sangre superior, en algunas culturas se practicó el incesto real (ya en nuestro blog hemos abordado el Incesto entre los faraones egipcios y el incesto entre los reyes de Hawai, por ejemplo).
El incesto es una palabra que proviene del latín «incestus» o «incastus», es decir, «no casto» y es «la práctica de relaciones sexuales entre individuos muy próximos por consanguinidad». El incesto ha sido rechazado por prácticamente la totalidad de sociedades humanas a lo largo de la historia, excepto los casos citados, sin embargo la explicación de este hecho ha sido muy diversa. Su origen puede tener una explicación antropológica, biológico-genética, ser resultado de una selección sexual o tener un origen social o demográfico. Entre las hipótesis más consideradas está el Efecto Westermarck. Veamos en qué consiste.
1. ¿En qué consiste el Efecto Westermarck?
Eduard Alexander Westermarck fue un filósofo y sociólogo nacido en Finlandia en 1862 y fallecido en 1939. Entre sus estudios principales están la exogamia, que es «la regla que rige para la elección del cónyuge y que prohíbe la relación matrimonial entre los miembros de un mismo grupo» y el tabú del incesto. A Westermarck se le conoce como el primer «sociobiólogo».
El Efecto Westermarck es conocido también como «impronta sexual inversa» y defiende la hipotética existencia un efecto psicológico según el cual «las personas que viven cerca durante los primeros años de su vida se vuelven insensibles a la atracción sexual entre sí». Westermarck fue el primero en mencionarlo y lo hizo en su libro «La historia del matrimonio humano» del año 1891. Para él, la impronta sexual inversa representa una ventaja evolutiva ya que evita la endogamia y a la vez explica la raíz del tabú del incesto.
Para Westermarck el «efecto Westermarck» es un mecanismo natural para evitar el incesto. Creía que hasta los 30 meses el niño/a desarrolla un sistema instintivo que se traduce en un rechazo del impulso sexual hacia las personas que viven con él. Los autores actuales creen que se alarga durante los primeros seis años de vida de una persona. Para él el ser humano no evita el incesto porque vaya a ser condenado por la sociedad, sino porque hay algo en la naturaleza humana que lo impulsa a ello, ya que al hacerlo consigue una herencia genética diversificada y evita defectos genéticos derivados de la consanguinidad.
Existen varios estudios que parecen confirmar la hipótesis del Efecto Westermarck. Se han basado básicamente en dos grupos: los kibutz de Israel y el matrimonio chino anterior a la revolución llamado «Shim-pua». Los kibutz israelíes son granjas colectivas en las que hasta hace unos años los niños se criaban de manera comunal. Solían agruparse por edades y no tenían entre ellos ningún tipo de relación biológica. Estudios posteriores han demostrado que entre los 3.000 matrimonios entre personas nacidas y criadas en kibutz solo catorce fueron entre personas que habían pertenecido a un mismo grupo y en ningún caso se habían criado juntos durante los primeros seis años de vida. Tampoco se observaron relaciones sexuales ni en la adolescencia ni una vez llegados a la edad adulta entre los criados juntos.
El matrimonio Shim-pua, en el que una familia adoptaba una niña para casarla con su hijo y ambos se criaban juntos, se ha demostrado que al llegar el momento de contraer matrimonio los dos eran muy reacios y que las esposas casadas en estas condiciones tenían una tasa de fertilidad un 40% por debajo de lo normal y además se divorciaban tres veces más.
Otra prueba que aducen los defensores del efecto Westermarck es que en un estudio realizado entre estudiantes estadounidenses, las personas que se han criado con un hermano del sexo opuesto tienen un juicio moral sobre el incesto directamente proporcional al tiempo de convivencia con el/la hermano/a, aunque fuera adoptivo. En definitiva creen que la hipótesis es cierta debido a que las poblaciones que han observado la «impronta sexual inversa» o «efecto Westermarck» se volvieron predominantes como resultado de los efectos negativos de la endogamia en aquellos grupos que no lo observaron.
2. Westermarck y Freud
Westermarck y Freud tuvieron ideas contrapuestas respecto al tabú del incesto. Para Freud (puedes acercarte a su figura por medio de estas Frases de Sigmund Freud) el tabú del incesto fue creado por la sociedad debido a que los miembros de una misma familia sienten atracción entre sí y un ejemplo de ello es el complejo de Edipo. Por el contrario, para el Westermarck, los tabúes son el resultado natural de actitudes innatas y el Efecto Westermarck explica el tabú del incesto en este sentido.
Aunque existen voces críticas a las ideas de Westermarck, son muchos sus defensores e incluso se ha observado el efecto en muchos grupos de primates siendo diferente según las especies el grado de consanguinidad contemplado. ¿Habías oído hablar del efecto Westermarck? ¿Qué opinas sobre él? ¿Te lo habías planteado alguna vez? ¡Comparte con nosotros tu opinión! Estaremos encantados de leerte.