En Supercurioso nos encanta recuperar héroes que quizás hayan pasado desapercibidos o que no se suela recordar a menudo, como el hombre que salvó a 669 niños del holocausto nazi. En esta ocasión queremos presentarte a Stanislav Petrov. ¡Acompáñanos a descubrir su impresionante historia!
Las alarmas se disparan: ataque nuclear
Era la madrugada del 25 al 26 de septiembre de 1983. Bajo 100 metros de profundidad del suelo, Stanislav Petrov se disponía a tomar el mando que le correspondía como oficial a cargo en el centro de control Sérpujov-15, en las afueras de Moscú. Nada parecía indicar que hubiera novedades de algún tipo sino más bien un día rutinario y acababa de tomarse un té y un tentempié.
De repente, las alarmas se disparan. Era un poco más de medianoche. Un satélite soviético había dado el aviso de alerta temprana pues detectaba un ataque nuclear. Significaba que EE.UU había lanzado un misil balístico contra la URSS. El tiempo estimado era de veinte minutos para llegar a territorio soviético.
Lo primero que sintió Petrov fue un bloqueo. Entró en shock. Siguiendo las instrucciones para estos casos, empezó a dar órdenes para cada subordinado. Todo apuntaba a una confirmación de que el ataque era confirmado salvo una excepción: el lanzamiento no estaba confirmado visualmente.
Con la información recibida, Petrov debía informar al alto mando militar de la situación pero, sin embargo, quiso esperar a la confirmación visual. Siendo él un oficial al cargo, se daría por hecho que la información sobre el misil estaría confirmada y los militares tomarían una decisión basado en sus conclusiones.
No un misil, sino cinco
Mientras, la situación empeoró. Otra alarma apareció y el sistema mostró otro misil, luego otro y así hasta mostrar un total de cinco en apenas unos minutos. Con varios misiles sobre el mismo objetivo te aseguras de que sea imposible fallar y la mitad de la población caería instantáneamente. Habían pasado doce minutos.
Todavía quedaba tiempo para avisar al alto mando y así tener ellos tiempo para decidir cómo hacer el contraataque y así, si empezaba un conflicto, poder debilitar también a la otra parte y entrar en la guerra en igualdad de condiciones.
La admirable decisión de Petrov
Sin embargo, Petrov permanece impasible, algo no le cuadraba. A pesar de las tensiones habidas entre ambos bloques por el derribo del 007 Korean Air[1], decide no hacer la llamar a sus oficiales y esperar.
Tras pasar diez minutos llegó el alivio. La alarma era falsa. El aviso llegó por una mala interpretación del satélite ante una rara alineación de los rayos solares que eran reflejados por la Tierra hacia las antenas del satélite, debido a que por esas fechas era el Equinoccio de Otoño.
Ante el revuelo que se creó por lo acontecido, Petrov fue jubilado forzosamente del ejército soviético y hoy vive como pensionista en Friázino, Rusia. Más adelante en 2006 fue reconocido por la “Asociación de Ciudadanos del Mundo” por haber salvado al planeta de una catástrofe nuclear. La realidad es que, si los soviéticos hubieran lanzado una contraofensiva por un supuesto ataque, habría desembocado en una catástrofe todavía inimaginable, puesto que los estadounidenses también habrían respondido.
Una vez se le preguntó a Petrov de cómo valoró ese día y contestó que fue “una situación laboral más”. Cuando le preguntaron por qué no dio la alarma a sus oficiales se limitó a contestar “nadie empieza una guerra nuclear con sólo cinco misiles”.
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[1] Hacía sólo tres semanas por haber entrado en el espacio aéreo soviético, era un momento en el que aviones espías estadounidenses sobrevolaban la zona y había sido detectados. Los soviéticos dispararon primero y preguntaron después.