Una vez más deseamos contarte en Supercurioso otra escalofriante historia que tiene su contexto en plena Guerra fría. Un periodo histórico siempre interesante, tan lleno de rivalidades entre las dos potencias más poderosas del mundo, Rusia y Estados Unidos, que aún hoy, nos sigue mostrando su aterradora estela en caminos escondidos bajo el asfalto… o carreteras suspendidas en un silencio helado.

No te pierdas lo que «duerme» bajo una larguísima carretera de la gélida Siberia

«La carretera de los huesos» de Siberia

No hace mucho te explicamos en nuestro espacio la historia de los faros nucleares situados en la costa de Siberia. Testimonios de una ruta comercial que necesitaba de una luz imperecedera que alumbrara el tráfico marítimo, sin necesidad de mano humana. En esta ocasión, en pleno mando de Stalin, la Unión Soviética necesitaba que se habilitara una carretera de unos 2000 kilómetros, capaz de unir dos ciudades imprescindibles. Dos núcleos comerciales como eran Magadan y Yakutsk.

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Era un modo de conseguir más poder en esta zona del país. Y no solo eso, puesto que se necesitaba mucha, pero mucha mano de obra para la construcción de esta carretera, Stalin ganaba así una nueva jugada: enviaría a aquellas tareas a todos sus enemigos políticos y cómo no,  a miles de disidentes al régimen. Personas condenadas a trabajar desde el amanecer hasta el anochecer para dar forma a esa carretera a base pico, pala… y resistencia.

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Esta zona se sitúa a lo largo de gran parte del Círculo Polar Ártico, ahí donde se alzan las ciudades más gélidas de nuestro planeta. Ya puedes imaginar cómo avanzó la construcción de dicha carretera… basta decir que aún hoy, por ejemplo, es complejo tener que cavar una tumba para dar sepultura a los fallecidos, ya que el suelo está casi siempre congelado. Y lo que es peor, en ocasiones la descongelación eleva los cuerpos del suelo de nuevo hasta el exterior. Toda una calamidad, y una lucha constante contra la naturaleza.

Los prisioneros morían uno tras otro. La congelación era un enemigo doloroso que los dejaba inmovilizados casi a las pocas horas, dependiendo de la salud de la persona. Fueron miles y miles las personas que fallecieron en este rincón de Siberia, es más, cuenta la leyenda más negra que cada metro construido costó una vida… si fueron 2000 los kilómetros construidos, la cifra es algo descomunal. Pero como decimos, no se tienen datos fiables del número de cuerpos que allí se esconden aún.

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Los que fallecían, no se enterraban. Simplemente, se colocaban bajo los cimientos de la propia carretera. Un manto de escalofriante silencio que dejó bajo sus entrañas las vidas de miles de personas. Es por ello, que a esta carretera se la considera la más tétrica del mundo, ahí donde los coches pasan diariamente sobre los restos de infinidad de huesos humanos.

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Pero cuidado, si eres de los que dispone de una curiosidad realmente morbosa y tiene el capricho de visitar esta carretera de Siberia, debes saber que son muchos los accidentes que se sufren en esta zona. En invierno la nieve te puede cubrir al completo, y en verano, el deshielo ocasiona inmensos barrizales por donde es muy complicada la conducción, y aún menos vislumbrar la propia carretera.

La carretera de los huesos es solo apta para valientes, y no supersticiosos…

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