D.M. llevaba una vida totalmente normal hasta que a los 25 años sufrió un importante accidente de esquí en los Alpes austriacos. Pasó 15 minutos sepultado y sin oxígeno, hasta que un amigo lo pudo rescatar. A partir de ahí, empezó a sufrir episodios de contracciones involuntarias de los músculos; algo que podemos considerar normal en alguien que ha pasado 15 minutos sin oxígeno. Pero esos episodios de espasmos se descontrolan cuando intenta hacer sudokus, hasta el punto de no poder volver a hacer uno de los pasatiempos más populares.

Solo hay que ver el vídeo para comprobar que cuando D.M. se concentra en resolver un sudoku su mano izquierda empieza a sufrir convulsiones, como si fuera un ataque epiléptico. Los médicos decidieron buscar a través de resonancias magnéticas en qué punto del cerebro se concentraba la actividad a la hora de resolver el sudoku, y descubrieron que los resuelve a partir de una perspectiva espacial, encendiendo la parte centro-parietal del hemisferio derecho de su cerebro.

Ese es el punto preciso donde se activa la imaginación visual espacial, y los médicos descubrieron una lesión que D.M. sufrió en esos 15 minutos tras el accidente en que el oxígeno no llegaba a su cerebro.

sudokuEl descubrimiento permite vaticinar a los médicos que los episodios de convulsiones se pueden repetir más adelante cuando D.M. deba activar su imaginación espacial; y refuerzan otros estudios en los que se observaba que algunos juegos o tareas podían provocar ataques de epilepsia.

Una vida normal

Más allá de no poder sudokus, D.M. lleva una vida de lo más normal. Explica que si sufre un ataque cierra los ojos uno o dos segundos y este acaba, aunque de todas formas no se atreve a enfrentarse a un sudoku. En los cinco años que lleva sin hacer un sudoku no ha sufrido una convulsión. Por suerte tampoco se le reproducen al conducir; y ante el peligro de sufrir espasmos al hacer un Excel o al leer una partitura de piano asegura que como periodista prácticamente no gasta el Excel y que al piano se limita a improvisar.

Conejillo de indias accidental

Convertido accidentalmente en el conejillo de indias que ha permitido avanzar a la ciencia, D.M. bromea con que no tiene una barra de hierro en el cerebro como Phineas Gage, el hombre que sobrevivió muchos años después de que una barra de hierro le atravesara la cabeza aunque sufrió un gran cambio de personalidad. Otros ejemplos de avances accidentales son el de Monsierur Leborgne, en quien se descubrió la zona del cerebro asociada al habla porque solo podía decir “tan” o Henry Molaison. Le extirparon un trozo del hipocampo para curarle la epilepsia… y nunca más pudo generar nuevos recuerdos.

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