Los seres humanos desde siempre han llevado consigo el arte del ingenio. Y este arte se activa en los momentos que más lo necesitamos. Generalmente, cuando más entra en juego esta habilidad es en situaciones de hambre o en situaciones de pobreza. Como ejemplo, no hay más que leer el Lazarillo de Tormes, un fiel reflejo de lo que podríamos idear con tal de llevarnos el pan de cada día a la boca. Pero lo del personaje histórico que te contamos a continuación más que ingenio muchos lo tachan de descaro y es que no se le puede poner nombre. Te contamos la surreal historia de Gregor MacGregor y el país imaginario de Poyais.
MacGregor y Poyais, su país imaginario
Gregor MacGregor era un hombre nacido en Edimburgo, que durante la Guerra de la Independencia en Venezuela ejerció como comandante. Pero si a este hombre se le recordaría en la posteridad no sería precisamente por lo anterior.
En el año 1820 y después de años de batallas y viajes, Gregor MacGregor llega a Londres y se declara príncipe de Poyais, país que él localiza en la costa de los Mosquitos, un área que se encuentra en Honduras y Nicaragua.
Cabe decir que por aquel entonces contaba con la admiración de la alta sociedad londinense, tanto por ser luchador por la independencia de Venezuela, como por su exótica mujer suramericana.
Afirmaba que el país de Poyais se encontraba bajo su mando como Gregor I, príncipe de Poyais. Alegaba también que este era un próspero país en cuya capital había un castillo, ópera, una catedral y hasta un puerto moderno. Claro está que con su fama nadie dudó de sus relatos.
¿Loco? Más bien «astuto»
¿Y para qué semejante mentira? La cuestión es que cada relato era transformado por Gregor MacGregor en dinero, ya que usaba el país imaginario de Poyais como una forma de cometer fraude. Es increíble pensar que engañó a todo un país y que, posteriormente, engañó a otro.
Después de convencer al Reino Unido de la existencia de Poyais y de recaudar una gran cantidad de dinero en préstamos y transacciones, que como trasfondo tenían el fraude, Gregor MacGregor fue descubierto. Cuando esto ocurrió, se trasladó a Francia donde también engañó a todo el país y obtuvo una gran rentabilidad de su mentira.
El fallo de Gregor MacGregor estuvo en pecar de exceso de confianza, lo que le hizo regresar al Reino Unido donde fue finalmente apresado. Aunque hay que decir que tampoco le costó mucho, ya que poco después regresó a Francia y vivió algunos años de la riqueza que había obtenido. Intentó cometer varios fraudes más sin éxito y una vez que se le acabó su riqueza pidió que se le concediera la nacionalidad venezolana, recuperar su rango de general y obtener pensión inmediata. Le fue concedida y regresó a Caracas.