En 1968 los soviéticos sacaron a la luz el informe sobre la autopsia de Adolf Hitler. Y encontraron algo curioso que el rumor popular ya ironizaba con una canción que los británicos pusieron de moda: «A Hitler le falta un huevo, se lo cortó su madre cuando era pequeño». En efecto, los rusos dieron a conocer los resultados de los forenses tras 23 años del suicidio del führer, demostrando la sospecha de que, efectivamente, solo tenía un testículo.
El famoso huevo de Hitler
El cuerpo de Hilter fue encontrado cerca de su búnker de Berlín, el 4 de mayo de 1945. Estaba parcialmente quemado con gasolina, así que fue necesario un análisis para certificar su identidad. Y no hubo duda, gracias a sus archivos dentales y su peculiar dentadura (bastante desagradable y con implantes metálicos a modo de falsos incisivos), se demostró que era realmente el dictador. Pero lo curioso de todo esto fue que, a pesar de certificarse que era el cuerpo de Hitler, no se hizo público todo el resultado de la autopsia hasta 1968. Stalin así lo quiso y nadie pudo saber qué razones tenía.
El caso es que, cuando salió a la luz la noticia de que el führer carecía de un testículo, el dato fue acogido con expectación. Tanto fue así que empezó a elaborarse toda una serie de industria artesanal donde se solía caracterizar «un huevo» con los rasgos del famoso genocida.
Teorías sobre el órgano perdido
1. ¿Monorquismo? La idea de que Hitler naciera con un sólo testículo fue sopesada por muchos. En especial por aquellos que encontraban así la base psicológica de la época para justificar la maldad de dicha persona. Los freudianos solían argumentar que los hombres que tienen monorquismo, están obsesionados con ordenar el mundo, y por mostrar comportamientos narcisistas, agresivos, megalomaníacos y de exagerada agresividad.
2. Herida de guerra. En efecto, esta es la opción con más peso y de mayor aprobación. De hecho fue su médico personal quien ya se lo había revelado a un sacerdote. Johan Jambor fue un veterano de guerra que fue elegido por Hitler para ser su galeno privado, un hombre que antes de fallecer quiso explicar su secreto al sacerdote Franciszek Pawlar, dándole pruebas de todo lo vivido y acontecido. Lamentaba en especial, haber salvado la vida del Führer en el pasado, sintiéndose culpable por ello durante toda su vida.
En uno de sus documentos aparecía lo siguiente: «En 1916 nos encontrábamos en la durísima Batalla de Somme. Durante varias horas, nos dedicamos a buscar a los soldados heridos. Entre ellos lo recuerdo a él, a Hitler. Lo llamamos el «gritón». No se callaba ni dejaba de gritar ¡¡Ayuda, Ayuda!! Su abdomen y piernas se encontraban cubiertas de sangre. Hitler estaba herido en la parte inferior de su cuerpo y había perdido un testículo. Su primera pregunta fue: «¿Podré tener hijos?». »
Sea como sea, lo que siempre quedó de este hecho, fue la famosa canción británica sobre «el huevo de Hitler», y los curiosos objetos que homenajeaban dicha «carencia».
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