El mito de la caverna de Platón es un relato fundamental para entender su filosofía, y se puede encontrar, originalmente, en La República, uno de los textos más importantes del autor griego, pero también está presente de forma tangencial a lo largo de toda la obra de Platón. Pero, ¿por qué es tan importante el mito de la caverna? ¿Por qué ha llegado hasta nuestros días una historia que tiene más de veinte siglos de antigüedad?
Para empezar, entremos en contexto conociendo a fondo quién fue Platón: un filófoso griego, discípulo de Sócrates y uno de los nombres más importantes de la Grecia antigua, tanto así que hay quienes se han atrevido a afirmar que toda la filosofía moderna son simples notas de pie de página en la obra de Platón. Esto quizá sea un absurdo, una exageración demasiado grande como para sostenerse por sí misma, pero lo que sí podemos decir es que Platón, sin duda, sentó las bases de la filosofía y sus ideas fueron fundamentales para todos los estudiosos que le prosiguieron: ya fuera para refutarlo o contradecirlo, desde el mismo Aristóteles en adelante, Platón fue el punto inicial.
De la misma manera en que su obra fue esencial para toda la filosofía posterior, llegando incluso hasta la actualidad, el mito de la caverna fue esencial dentro de toda la obra de Platón, ya que de este mito es que parte a la elaboración original de su teoría de las ideas. Pero, ¿qué dice el mito de la caverna? ¿Es realmente tan importante? En Supercurioso intentaremos entender el porqué, y te invitamos también a conocer estas frases de Platón para profundizar en sus pensamientos.
El mito de la Caverna de Platón, las Sombras de la Realidad
El mito de la caverna lleva tal título porque versa, en principio, sobre varios hombres que están atrapados en una caverna. De hecho, no conocen sino la caverna y nada más, nunca han salido de allí, nunca han visto otra cosa, y ni siquiera han explorado la caverna por entero, sino que se han visto limitados, toda su vida, a un simple muro de la cueva. Estos hombres están allí no por puro placer, sino que han sido atados de manos y pies, están confinados a la caverna, encerrados en ella y con la vista puesta siempre en el mismo muro, en el cual, de vez en cuando, se proyectan imágenes (¿de dónde vienen?). Quizá la forma de un águila, el cuerpo de una mujer, un perro paseando de aquí para allá… Imágenes que ellos consideran la realidad, pues, al haber estado siempre allí, desde el principio de los principios, lo poco a lo que tienen acceso es, para ellos, lo único real.
Ninguno de estos hombres ha logrado desatarse nunca: las amarras son parte de su cotidianidad, su vida entera. Tampoco han logrado ver el fuego que crepita a sus espaldas, tras un alto muro en la caverna, ni mucho menos entender que todo lo que se proyecta en el muro no son sino sombras de las cosas reales. Estos hombres están atrapados allí, pensando que conocen el mundo.
Pero resulta que un día, en medio de todo aquello, uno de estos hombres logra soltarse las amarras: este hombre está convencido de que hay algo más, y al voltear y explorar la caverna nota no solo que hay un fuego, y que lo que se muestra en el muro no son sino las sombras de lo real, y que, más allá, a lo lejos, hay un resplandor brillante, a cuya búsqueda va. Afuera consigue el mundo, los colores son tantos y la luz tan brillante que al principio no consigue ver nada, pero poco a poco sus retinas se van acostumbrando y él comienza a ver, a sentir los contornos, el verdor, la vida: ahí está el mundo real, y no las sombras que había estado viendo hasta ese entonces.
Ahora bien, este hombre no quiere quedarse él solo con este conocimiento, así que va a buscar a los suyos, aquellos que habían quedado en la caverna. No obstante, extrañamente, cuando él va y les cuenta todo lo que ha descubierto, aquellos hombres prefieren descreerle y quedarse ahí, atados, en lo que conocen.
Así concluye el mito de la caverna, que representa, para el filósofo, la relación entre el mundo material y el mundo de las ideas, pensamiento en el que centra toda su filosofía. Para Platón, aquellos hombres atados en la caverna, somos nosotros, nos representan, mientras que aquel que se logra desprender de las amarras y conocer la realidad, o al menos verla, vendría a ser el filósofo, que busca la verdad detrás de las sombras, pero vive en profunda soledad con su verdad.
Es parte profunda de la filosofía de Platón ya que Platón concebía el mundo como una representación de una realidad superior, la realidad de las ideas, un mundo intangible al cual los hombres no teníamos acceso directo, pero al cual nos podíamos acercar mediante el pensamiento, para así, algún día, quizá, tocar alguna verdad.