Sin duda, una de las series de películas con mayor éxito dentro del género de ciencia ficción es la de Alien. Desde su primera entrega con «Alien, el octavo pasajero», en 1979 hasta, «Alien 5″, de 2015, siendo un total de nueve las partes que componen esta saga para mostrarnos, con amplio lujo de detalles, cómo podría ser la vida extraterrestre y su biología. Pero de dónde sacarían la idea para crear la fase abrazacaras de Alien, el octavo pasajero siempre ha sido un misterio para nosotros, pues es una criatura realmente extraña y digna de las más horribles pesadillas.
¿En qué se inspiró la fase abrazacaras de Alien?
Todo lo que imaginamos es fruto de lo que conocemos desde las más antiguas leyendas y mitos a las novelas y, claro está, también el cine, pero por mucho que reinventemos, modifiquemos, combinemos o exageremos en nuestra mente, la realidad siempre se las arregla para superar con creces la ficción y este es el caso de la fase abrazacaras de Alien. Visto con detenimiento es un cruce de pulpo con langosta, pero sin pinzas, con un aspecto viscoso, que nace de un huevo que al abrirse lo lanza por los aires para capturar un anfitrión en el que depositar su embrión, que al crecer dará lugar a la larva quebrantapechos.
Razonando con la lógica de Alien, lo que sale del huevo, no puede ser un individuo adulto de esa especie, y tampoco una larva, entonces ¿Qué es? Es un órgano reproductor volador. ¿Cómo te quedas? Pero es justo eso, un órgano reproductor que necesita de un anfitrión para que su “semilla” pueda desarrollarse y convertirse en larva. ¿Te parece imposible? Sí, es todo lo surrealista que quieras, pero nada original, porque es justo lo que hace el Argonauta Molusco macho, que lanza su órgano reproductor a la hembra para inseminarla.
Probablemente fue este molusco el que inspiró al creador de Alien para diseñar la fase abrazacaras del Xenomorfo, porque además de utilizar ese mismo método de reproducción si los comparas son bastante parecidos: cámbiale el color, ponle los tentáculos lisos con forma de garra, menos uno, el más largo convirtiéndolo en una especie de cola de escorpión y ya lo tienes. Y aunque no es exacto, porque el Argonauta es un animal en su estado adulto, y no un estado evolutivo de sí mismo, no deja de ser un buen punto de partida. Y es que la naturaleza deja muy poco a la imaginación. Si quieres más ejemplos locos, puedes encontrarlos en el libro «Sex on the sea» de la dra. Marah J Hard.