Nadie duda de la fuerza de la «palabra», del poder que tiene para crear y también para destruir. Todos nos hemos sentido poderosos alguna vez utilizando las palabras, ya sea para alentar, sanar espiritualmente, animar… o por el contrario para provocar dolor, humillar o castigar. El poder del «verbo» es infinito y por eso son los encantamientos y maldiciones, dos caras de la misma moneda. Vamos a conocer más entorno a esos conceptos que se basan en la fuerza de la palabra.
Encantamientos y maldiciones, dos caras de la misma moneda
El encantamiento es «un conjuro o hechizo creado con palabras» y la maldición es la expresión oral de un deseo maligno apuntando a una o varias personas. En ambos casos la palabra es el vehículo a través del cual se consigue lo que se quiere.
El encantamiento es normalmente pronunciado por un «mago» que dice unas palabras para cambiar el natural devenir de las cosas o el comportamiento de los seres. Suele contener la repetición de alguna de sus partes varias veces. La maldición puede ser dicha por cualquiera, pero en muchos casos se atribuyen poderes especiales a algunos colectivos, cosa que ocurre en España con el pueblo gitano.
El encantamiento frecuentemente tiene lugar durante un ritual y en muchos casos se invoca la ayuda o intervención de un ser espiritual o una deidad, aunque si el mago es suficientemente poderoso lanza el encantamiento en imperativo. La maldición puede ser dicha en cualquier momento, expresa un deseo y se dice normalmente en subjuntivo «que te parta un rayo». También pueden maldecirse objetos para que actúen contra alguien o solicitarse la intervención de algún espíritu maligno o difunto.
El término «encantamiento» viene del latín «incantamentum» que a su vez proviene de «Incantare» in (en) cantare (canto); es decir «en el canto». Quizá porque los encantamientos suelen recitarse con una cadencia cercana a la musicalidad. Maldición proviene también del latín y sus raíces son evidentes, de «maledictio» male (mal) dic (decir) más el sufijo -tio.
El encantamiento tiene también un sentido de engaño; como que la magia no es real, aquellos que realizan encantamientos producen «ilusiones» y embaucan a la gente, provocando que crean en transformaciones que no existen. Las maldiciones al poder ser dichas por cualquiera tienen un gran poder. Eran utilizadas por griegos y romanos que solían escribirlas en tablillas. En ellas se describía la maldición y el motivo de ésta. A pesar de que todos podían maldecir, existían unos sacerdotes especializados en lanzar maldiciones.
Os dejamos con uno de los encantamientos más conocidos: Abracadabra. Se discute si proviene del arameo (avrah kahdabra) o del hebreo (Aberah KeDabar) y su significado sería: «iré creando conforme hable».
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