El 6 de diciembre de 1884, se publicó en el British Medical Journal un hombre que mostraba un aspecto extraordinario en su apariencia, pues tenía una serie de deformidades. Durante años se le conoció como el hombre elefante, tan es así, que su enfermedad fue conocida como «la enfermedad del hombre elefante», una patología que en el siglo XIX no tenía explicación. En Supercurioso ya te hemos contado algunas de las enfermedades más raras del mundo, por ello, hoy queremos contarte quién es Joseph Merrick y de qué se trata la enfermedad del hombre elefante. ¡Acompáñanos!
Joseph Merrick y la enfermedad del hombre elefante
«Mi cráneo tiene una circunferencia de 91 cm, con una gran protuberancia carnosa en la parte posterior del tamaño de una taza de desayuno. La otra parte es, por describirla de alguna manera, una colección de colinas y valles, como si la hubiesen amasado…» Joseph Merrick iniciaba su descripción de sí mismo de este modo. Para muchos en esa época, Merrick era un monstruo, un sujeto que no debía tener alma. Sin embargo, él era un hombre más en el mundo, al que lo afectaba la enfermedad del hombre elefante, una patología muy extraña y poco conocida en la ciencia médica.
Aquejado del síndrome de Proteus, Merrick representa aún ahora el ejemplo más claro de deformidad humana. Un cuerpo cruelmente tumorado que escondía, tras esa piel rugosa y elefantina, una mente privilegiada y sensible. Un hombre que nos dejó un legado para nuestra conciencia: «No soy un monstruo»
1. Primeros años: Pérdidas y supervivencia
Joseph Merrick nació en Leicester, una de las ciudades de Inglaterra, con una historia obstétrica aparentemente normal. Al nacer, no mostró indicios de la enfermedad del hombre elefante, los antecedentes en su familia eran negativos y no poseía ninguna enfermedad congénita. De hecho, la enfermedad de Joseph empezó a ser patente a partir de los dos años: su crecimiento era anormal, con unos huesos deformes, un cráneo desmesurado y extraños bultos poblando su piel. Su infancia fue un reto que afrontar gracias a la insistencia de su madre, quien cada día lo llevaba y lo recogía del colegio empeñada en que recibiera una buena educación; instrucción que ella misma se encargaba de complementar con sus conocimientos de arte y poesía.
Pero esos primeros años de cariño se desvanecieron tempranamente con la muerte de su madre, quedando al cargo de su padre y una madrastra, quienes lo obligaron a dejar la escuela y a trabajar. Como debes suponer, la enfermedad del hombre elefante incluye no solo deformaciones óseas, también grandes hinchazones en diferentes zonas del cuerpo, especialmente en las extremidades. Como Joseph sufría grandes dolores en su cadera y solo tenía una pequeña mano que no le permitía manipular cosas, fue imposible conseguir un trabajo en el cual pudiera desarrollar actividades con facilidad y agilidad.
A pesar de ello, trabajó un tiempo en una fábrica de tabaco y luego como vendedor ambulante, pero la enfermedad del hombre elefante seguía avanzando, deformándolo aún más… A los 20 años, Joseph tenía protuberancias (grandes y pequeñas) en casi toda la totalidad de su cuerpo, hasta el punto de que las deformidades en su boca le dificultaban el habla. Esta situación se hizo insostenible en su casa, por ello la abandonó con 15 años de edad. Se cubrió la cabeza con una especie de saco y empezó a trabajar en lo único que le fue posible: El Circo. Hasta ese entonces nadie conoció que la enfermedad del hombre elefante era en realidad el síndrome de Proteus.
2. Atracción de circo, leyenda médica y años de felicidad
El periplo de Joseph Merrick en la compañía circense fue toda una aventura de tristezas y calamidades. Ver su cuerpo era un gran reclamo para el público, sin embargo, a los pocos días de iniciar los espectáculos se clausuraba de inmediato la función por «indecencia». Las autoridades británicas no veían con buenos ojos que un sujeto con la enfermedad del hombre elefante apareciera públicamente. Vistas las dificultades, la compañía decidió probar suerte en Francia. Eran ya dos los años en que Joseph vivía esa existencia errática donde jamás logró ser feliz ni un solo momento. Pero lo peor vino cuando el director del circo lo abandonó a su suerte, no sin antes robarle todo su dinero ahorrado, viéndose de pronto solo en un país extranjero, perdido y asediado por millares de ojos que lo seguían allí donde fuera…
Al final, las autoridades lo ayudaron a volver a Inglaterra. Estaba tan aterrado y traumatizado por lo vivido, que solo se le ocurrió ir a un sitio, al London Hospital, en busca de la única persona que había sido bueno con él: Frederick Treves. Este médico, además de operarlo para mejorar un poco su calidad de vida, se prestó de inmediato a acogerlo en el propio hospital. Sin embargo, la dirección del centro no tenía medios para hacerse cargo de un enfermo crónico de por vida, así que publicaron un anuncio con tal de encontrar financiación.
Una persona que padecía la enfermedad del hombre elefante estaba destinada a ser juzgado sin causa alguna. Por las peculiaridades que tenía Joseph Merrick, que eran compatibles con el síndrome de Proteus, lo diagnosticaron como tal en el London Hospital. Entre las características, encontraron los siguientes: macrocefalia, hiperostosis del cráneo, hipertrofia de huesos largos, piel y tejidos subcutáneos engrosados, lipomas y otras patologías no identificadas hasta el momento.
La financiación no se hizo esperar, el pueblo británico empezó a enviar donativos al London Hospital para que tuviera un hogar y una buena calidad de vida. Y así fue cómo John Merrick pasó allí la época más feliz de su existencia… murió una mañana del 11 de abril de 1890 mientras dormía con tan solo 27 años de edad.
Curiosidades de Joseph Merrick
Para ahondar más en esta conmovedora historia, queremos contarte algunas curiosidades del hombre elefante.
- Cuando el doctor Frederick Treves y su equipo lo examinaron, llegaron a la conclusión de que Joseph, además de padecer la terrible enfermedad de filariasis o síndrome de Proteus, tenía un retraso mental. Pero en realidad se trataba de su timidez, más sus dificultades en el habla debido a los tumores que bloqueaban su boca. Poco a poco, y para sorpresa de todos, dejó entrever su gran cultura, educación y su sensibilidad. Les habló de arte y poesía, de Jane Austen, su escritora favorita, y de todos los lugares que soñaba con ver alguna vez. Joseph Merrick tenía una inteligencia superior a la media.
- A pesar de la enfermedad del hombre elefante, Merrick tuvo una relación por carta durante muchos años con una actriz, la señora Kendall. Siempre ofreció altas cantidades de dinero al hospital para su atención, le enviaba regalos e incluso profesores que le enseñaron aquellas artes en las que Joseph estaba interesado.
- El London Hospital conserva aún su esqueleto, pero no se exhibe. De su legado queda a la vista del público su sofá con ruedas, sus cartas, el gorro con el que se cubrió el rostro en sus primeros años, y unas maquetas de cartón que solía construir. El esqueleto es estudiado a medida que avanza la ciencia médica, para conocer más sobre la extraña enfermedad del hombre elefante.
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